Cuanto más gestos hacen falta para restablecer la confianza, menos mano izquierda se aplica. El Gobierno israelí aprobó ayer la construcción de 750 viviendas en el asentamiento de Givat Zeev, situado en la Cisjordania palestina, al noroeste de Jerusalén. La decisión contraviene sus compromisos adquiridos en la Hoja de Ruta, el plan de paz relanzado en la conferencia de Annápolis, donde israelís y palestinos se comprometieron a intentar alcanzar un acuerdo antes de febrero del 2009. Ante este nuevo desafío, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) acusó a Israel de poner "palos en las ruedas" a la negociación.

Algunos analistas interpretaban ayer el beneplácito del Gobierno de Ehud Olmert al engorde de los asentamientos como una concesión a los colonos, tres días después de que un terrorista palestino masacrara en Jerusalén a ocho estudiantes ligados a este movimiento. Otra posibilidad podría ser la presión del partido ultraortodoxo sefardí, Shas, aliado del Ejecutivo que, según la radio israelí, habría amenazado con abandonar la coalición. Pero el Gobierno israelí apuntó que la decisión se tomó antes de los últimos acontecimientos. "Lo hemos autorizado porque está en consonancia con nuestra política de construir en los grandes bloques de asentamientos, que quedarán dentro de Israel en cualquier acuerdo", señaló el portavoz Mark Reguev.

Los hechos vuelven a poner en evidencia las promesas de los políticos israelís. Poco después de la conferencia de Annápolis, Olmert se comprometió a congelar la expansión de las colonias en Cisjordania y pidió, además, que se le informara antes de validarse cualquier nuevo plan en Jerusalén Este, ocupado por 180.000 colonos y reivindicado por los palestinos como su futura capital. Pero en uno y otro territorio continúa la expansión. Mientras, la ANP sigue sin desarmar a las milicias, aunque en Cisjordania ha arrestado a centenares de miembros de Hamás.