En plena celebración del fin del Ramadán, el Ejército israelí llevó la tragedia al campo de refugiados de Al Bureij, en la franja de Gaza. Diez palestinos murieron y 11 personas, entre ellas un soldado israelí, resultaron heridas cuando una incursión con tanques y helicópteros que tenía como objetivo oficial destruir dos casas derivó en un enfrentamiento que duró unas tres horas.

Como es habitual en estos casos, las fuentes se contradicen en cuanto a si las víctimas eran civiles o no. Mientras que los palestinos aseguran que los muertos no eran activistas, el Ejército sostiene que cinco de ellos eran miembros de Hamas, ya que fallecieron cuando un helicóptero lanzó un misil contra un grupo de combatientes, según la versión militar. Otras fuentes hablaban de que tres muertos eran agentes de las fuerzas de seguridad palestinas.

Hay confirmación de la identidad de dos de los muertos, ya que la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) informó de que en la incursión murieron dos de sus trabajadores. Se trata de Ahlam Riziq Kandil, profesora de escuela, y Osama Hassan Tahrawi, que también trabajaba en un colegio. Más tensión, pues, entre la ONU e Israel, ya que las dos muertes se producen dos semanas después de que un soldado matara en Yenín a otro empleado de la agencia.

La operación militar empezó poco después de medianoche con el objetivo de destruir las casas de Aiman Shasniyeh --el líder de los Comités de Resistencia Popular de Al Bureij, acusado de planear el ataque a un tanque que costó la vida a tres soldados-- y de Yamal Ismail, un suicida que se inmoló en una barca en Gaza el mes pasado. "Los soldados dispararon en todas direcciones, amenazaron a mis hijos de muerte, nos sacaron de casa y la dinamitaron", explicaba entre las ruinas la esposa de Shasniyeh, Manal.

ESTRECHA CALLE

En la estrecha calle donde se levantaba el edificio de Shasniyeh empezó el combate, que se extendió después a otras zonas de Al Bureij. Según explicó Sharon Feingold, una portavoz del Ejército, los soldados se vieron obligados a responder cuando fueron disparados desde la calle y casas vecinas. La respuesta consistió en disparar desde los tanques y los helicópteros que cubrían a los artificieros encargados de dinamitar las casas.

"Vamos detrás de los activistas en cuanto sabemos dónde están. Y los palestinos no respetan nuestras fiestas ni las suyas, como han demostrado atacándonos en Ramadán y en festividades judías". Así justificó la portavoz la coincidencia del ataque con unas festividades religiosas tan importantes para los musulmanes. No se mostró muy convencido de estas explicaciones un furioso Yasir Arafat, quien no dudó en calificar de "masacre" lo ocurrido.