Se supone que cuando Occidente ensalza ante los árabes en general, y los palestinos en particular, las bondades de la democracia, no se refiere a lo que sucedió la madrugada de ayer en Cisjordania y Jerusalén. En una operación de gran envergadura, el Ejército israelí arrestó a 87 personas, entre ellas 64 personalidades políticas de Hamás, incluyendo a 8 ministros (un tercio del Ejecutivo), 24 diputados y alcaldes. Los arrestos --que coinciden con la crisis por el secuestro de un soldado israelí en Gaza-- descabezan políticamente a Hamás en Cisjordania, dejan de facto a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) sin Gobierno e inhabilitan al Parlamento elegido democráticamente en enero. Y todo ello mientras en Gaza siguen los bombardeos por tierra, mar y aire y la concentración de tropas israelís.

Entre los detenidos, hay destacadas figuras del movimiento islamista e institucionales, como el presidente del Parlamento, Abdelaziz Duwaik; el viceprimer ministro, Naser al Shaer; el ministro de Finanzas, Omar Abdel Razek, y el líder de Hamás en Jerusalén Este, Mohamed Abú Tir. Según el Gobierno israelí, las detenciones estaban planeadas desde hace varias semanas --antes del secuestro del soldado-- y recibieron el visto bueno del fiscal general, ya que contra los detenidos se presentarán cargos penales. Los arrestos se efectuaron de madrugada en una operación conjunta en Jerusalén Este y las ciudades cisjordanas de Ramala, Kalkilia, Hebrón y Yenín.

LA ONU El presidente de la ANP, Mahmud Abbás (Abú Mazen ), pidió a la ONU que intervenga para lograr la inmediata liberación de los islamistas. Para Hamás, "se trata de un plan preconcebido para destruir la ANP" y "una guerra abierta contra el pueblo y el Gobierno palestino", en palabras de Mushir al Masri, diputado islamista en Gaza. La franja se ha convertido en el último reducto de lo que queda del Ejecutivo, paralizado tanto por las detenciones como por las amenazas de muerte israelís contra el movimiento islamista, que ha llevado a la clandestinidad a los dirigentes del brazo político y del brazo armado, empezando por el primer ministro, Ismail Haniya.

Y es que Gaza sigue siendo escenario de bombardeos y continúa a la espera de una gran ofensiva militar terrestre, esta vez por el norte, que hasta ayer por la tarde parecía inminente. Sin embargo, el Gobierno israelí anunció que congelaba unas horas la invasión terrestre oficialmente para "dar una última oportunidad a la diplomacia" para liberar al soldado secuestrado, a petición de Egipto. Pero no parece que estas negociaciones vayan a ser fructíferas, ya que el Gobierno de Ehud Olmert se niega a intercambiar prisioneros --incluyendo, según fuentes oficiales, a los arrestados en la operación contra Hamás-- y las milicias palestinas que retienen al soldado insisten en que no lo dejarán libre a cambio de nada.

En estas circunstancias, a los bombardeos de ayer --contra un estadio de fútbol, una carretera, un coche en el que viajaba un miliciano de la Yihad Islámica y campos de cultivo y espacios abiertos en el norte-- se unieron los preparativos de los milicianos para la operación terrestre. Cientos de ellos se desplegaron en el norte de la franja.