No corren buenos tiempos para los activistas y las organizaciones de derechos humanos que trabajan en los territorios palestinos, sometidos a una persecución sin precedentes por parte de las autoridades de Israel. Ayer de madrugada, una decena de sus soldados irrumpieron por las bravas en una vivienda de la localidad palestina de Ramala (Cisjordania) y arrestaron a dos activistas extranjeras --la joven española Ariadna Jové Martí y la australiana Bridgette Chapel-- por tener sus visados caducados. Ambas se encontraban ayer detenidas en la prisión de mujeres de Ramla (en el oeste de Israel) y se exponen a ser deportadas.

Las dos chicas, ambas en la veintena, son voluntarias del Movimiento de Solidaridad Internacional (ISM, de sus siglas en inglés), una organización creada en el 2001 para movilizar el apoyo internacional en contra de la ocupación israelí. Ariadna Jové es además colaboradora del portal de información independiente Rebelión. "Las dos están bien, pero se han declarado en huelga de hambre para protestar por la ilegalidad de su arresto", dijo ayer a este diario uno de sus abogados, Omer Shaftz, tras visitarlas en la prisión de Ramla.

El Ejército israelí sostiene que ambas fueron detenidas por "permanecer en Israel de forma ilegal" y "por estar involucradas en revueltas ilegales que interfieren en las operaciones de seguridad israelís". Las "revueltas" a las que se refiere son aparentemente las manifestaciones contra el muro en diversas localidades palestinas para protestar por la confiscación de sus tierras.

Los abogados de las dos activistas defienden que el arresto es ilegal porque, según los acuerdos de Oslo, el Ejército israelí no tiene potestad para entrar en las capitales palestinas a menos que su seguridad esté amenazada.