Ha tardado dos semanas en consumarse y solo unos minutos en ser rechazada. Israel y Hamás ignoraron ayer una resolución vinculante aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU que llama al alto el fuego inmediato en Gaza. Ni un instante se detuvieron los combates, que han matado a cerca de 800 palestinos --260 niños-- y a 13 israelís, nueve de ellos soldados. Para el Gobierno israelí la guerra está siendo un éxito. El 90% de la población la apoya.

Muy distinto es el cuadro para la población de Gaza, bombardeada por tierra, mar y aire. Los detalles de la sangría son espeluznantes. El domingo varios soldados israelís descendieron en helicóptero sobre los tejados del barrio de Zeitún, en la ciudad de Gaza. A golpes, forzaron a 110 civiles, muchos de ellos niños, a meterse en una casa y les advirtieron de que no salieran. Un día después, según una agencia de la ONU, bombardearon "reiteradamente" el edificio, matando a 30 personas, casi todas de la familia Samuni. "Los militares debían ser conscientes de la situación, pero no ayudaron a los heridos. Tampoco nos dejaron a nosotros asistirlos", protestó indignado el jefe de la Cruz Roja en Israel, Pierre Wettach. La ONU ya ha dicho que pedirá una investigación independiente para juzgar los posibles crímenes de guerra cometidos por Israel.

Y, mientras, la diplomacia vuelve a estar estancada. La resolución 1860, aprobada la madrugada del viernes en Nueva York con la abstención de EEUU, llama a "un alto el fuego inmediato y duradero". Pero es vaga. En lugar de aportar soluciones, las aplaza, dejando en manos de la comunidad internacional la búsqueda de "mecanismos y garantías" para "impedir el tráfico de armas" en Gaza --como exige Israel-- y "asegurar la apertura de las fronteras" de la franja --como quiere Hamás--. Para ambos lados, el logro de estos objetivos es condición indispensable para callar las armas.

"Israel ha actuado, actúa y actuará solo de acuerdo a sus consideraciones, el interés en la seguridad de sus ciudadanos y su derecho a defenderse", fue la respuesta de la jefa de la diplomacia israelí, Tzipi Livni, después de que su Gobierno decidiera ampliar la ofensiva. Tampoco Hamás quiso aceptarla, al haber sido excluido de las discusiones previas y del texto final. "Nuestra visión y los intereses de nuestro pueblo no han sido tomados en consideración", dijo su número dos, Abú Marzuk.

Mientras, el infierno sigue asolando Gaza. Entre los más de 60 objetivos bombardeados ayer, que dejaron al menos 30 muertos, Israel atacó un edificio que albergaba equipos de transmisión usados por varias televisiones, la mayoría en árabe.