Israel e Hizbulá, enemigos íntimos, dieron ayer un primer paso para un eventual y posible intercambio de prisioneros.

El Estado judío repatrió al Líbano a un preso condenado por espiar para Hizbulá después de que cumpliera íntegramente su sentencia. La milicia chií, por su parte, envió a Israel un contenedor con los restos de los cadáveres de un número indeterminado de soldados israelís, caídos durante la guerra que ambos contendientes libraron durante el verano del 2006. Si bien los dos bandos niegan que se trate de un canje pactado, algunos analistas lo interpretan como un gesto mutuo de confianza para acelerar la liberación de los dos israelís y los cinco libaneses retenidos en uno y otro país.

El canje se produjo a mediodía en la frontera de Rosh Hanikra, que separa Israel del Líbano, bajo los auspicios de la Cruz Roja. Israel puso en libertad a Nisim Nasser, un judío de origen libanés convertido al islam, que fue condenado en el 2002 por entregar a Hizbulá información y fotografías sobre varias plantas energéticas en el Estado judío. Nasser había cumplido sus seis años de condena.

Hizbulá preparó a Nasser un acto multitudinario en Naqura. "Su liberación", dijo el jeque Nabil Kauk, dirigente del partido proiraní en el sur del Líbano, "es un orgullo para el país y responde a la promesa de Hassan Nasrala secretario general de Hizbulá de devolver a todos los prisioneros de Israel".

GESTO INESPERADO Más inesperado fue el gesto realizado por los fundamentalistas libaneses. Ni la Cruz Roja ni Israel lo esperaban, según declararon sus portavoces. Pero todo parece indicar que se trata de un golpe de efecto de Nasrala, el secretario general de Hizbulá, que en junio aseguró tener en su posesión las cabezas, troncos y brazos de varios soldados judíos.

Ahora falta saber si el intercambio de ayer conducirá a un canje completo.