Lo que no era más que una amenaza lejana, el órdago palestino de someter al voto de la ONU la creación de su Estado, empieza a ser un dolor de cabeza tangible para Israel. El primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, aprovechó su reunión del domingo por la noche en Nueva Orleans con el vicepresidente de EEUU, Joe Biden, para expresarle su rechazo a una solución impuesta al conflicto. Su Gobierno teme que los palestinos acudan a la ONU para reclamar su independencia, la alternativa concebida por Ramala al callejón sin salida alcanzado por las conversaciones de paz.

Durante su comparecencia ante la Asamblea General de las Federaciones Judías de EEUU, a la que también asiste Netanyahu, Biden reclamó a ambas partes que se abstengan de tomar medidas unilaterales "que perjudiquen el desenlace de las negociaciones". Pero esta vez los palestinos parecen dispuestos a buscar la carambola por otras vías. Sus dirigentes han fijado el 22 de noviembre como fecha límite para reanudar el diálogo con Israel, detenido hace dos meses después de que el Estado judío se negara a extender la moratoria en los asentamientos. De otro modo, se adentrarán en la senda incierta del unilateralismo.

Como primer paso, contemplan reclamar a EEUU que reconozca al Estado palestino en las fronteras de 1967. Si fracasan, acudirán al Consejo de Seguridad de la ONU. El Consejo no tiene potestad legal para declarar la independencia de un Estado, pero sí la tiene la Asamblea General, la última estación prevista en la hoja de ruta palestina.

RESPONSABILIDAD "No estamos dispuestos a pasarnos la vida negociando. Si todo esto falla, disolveremos la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y dejaremos que Israel asuma la responsabilidad. Estamos hartos de pagar la ocupación con la ayuda de la comunidad internacional y encargarnos de la seguridad de Israel", afirmó el sábado el negociador palestino Nabil Saath. Ramala sabe que un Estado sin la aquiescencia de Israel no les devolverá los recursos naturales o sacará a los militares israelís de su territorio, pero podría servir para cambiar la dinámica.

Según fuentes de la OLP, varios países europeos y ocho latinoamericanos han mostrado su disposición a apoyar la moción en la ONU. Washington quiere reanudar el diálogo, pero es incapaz de convencer a Israel para que congele los asentamientos. Netanyahu ni siquiera aceptó el caramelo sin precedentes que le puso la Casa Blanca en la boca en septiembre.

A cambio de dos meses de moratoria, le ofreció protección en la ONU durante un año, apoyo a la presencia militar israelí en las futuras fronteras palestinas y el aumento de la ayuda militar.