Si Annápolis sirvió para restaurar parte de la confianza entre palestinos e israelís, las dos semanas transcurridas desde entonces están sirviendo para arruinar el espíritu constructivo de la cumbre. Un día antes del arranque de las negociaciones pactadas en la base naval estadounidense, el Ejército israelí lanzó una de las mayores incursiones en Gaza desde que Hamás se hiciera con el monopolio del poder en junio. El balance es de al menos cinco militantes palestinos muertos.

Una treintena de tanques y blindados, apoyados por la aviación, invadieron la franja por el sur y se enfrentaron a milicianos palestinos, que respondieron con morteros y lanzagranadas. Los combates se concentraron en Rafá y Jan Yunis, desde donde las milicias lanzan con regularidad sus cohetes contra el sur de Israel. La ofensiva desbordó la irritación de la Autoridad Nacional Palestina. "La escalada israelí busca sabotear las negociaciones antes incluso de que comiencen", dijo uno de sus portavoces.

Esta vorágine militar nubla el inicio de las negociaciones entre la ANP e Israel, que comienzan hoy en Jerusalén. Por primera vez en siete años, ambas partes abordarán los temas cruciales del conflicto, como las fronteras, el estatuto de Jerusalén y el futuro de los refugiados palestinos.

Mientras, la visita del líder de Hamás, Jaled Meshal, a Arabia Saudí ha reabierto las opciones a una posible reconciliación entre los islamistas y Al Fatá gracias a la mediación saudí.