Hay algo que Israel y Hamás comparten: la convicción de que solo la fuerza desmesurada es capaz de disuadir al adversario. Esta teoría le ha funcionado a Israel con Siria pero no le sirve con Hamás, que ha encontrado su propia arma de disuasión, los cohetes artesanales que desquician a los israelís. Según esta lógica, la ecuación solo se resuelve con una tregua. Pero Israel se niega y quiere imponer su músculo. Resultado: ríos de sangre.

Y en esas estamos. Como represalia por la muerte de un israelí de 47 años abatido por la metralla de un Qasam el miércoles, el Ejército israelí se ha enfrascado en una brutal escalada militar que ha acabado con 30 palestinos en dos días. Ayer fueron 18: cinco niños, tres adultos civiles y 10 milicianos. Las escenas más espeluznantes volvieron a vivirse cerca de Yabalía, en el norte de Gaza. Casi como un calco de la víspera, cuando un misil mató a tres escolares, ayer otra bomba de la aviación enterró a cinco chavales de entre 10 y 15 años que jugaban al fútbol. Tres de ellos eran de la misma familia. El miércoles, Israel ya mató a tres niños y un bebé. "Obligaremos a los terroristas a pagar un precio muy alto", dijo el primer ministro israelí, Ehud Olmert. Su Gobierno no encuentra la forma de detener el lanzamiento de cohetes sobre el sur de Israel y, en el interludio, Hamás gana terreno. Su arsenal crece y mejora en calidad.

UNA PESADILLA Ayer los islamistas lanzaron, además de una veintena de cohetes de corto alcance, un katiuska sobre Askelón. Por primera vez hizo diana en una vivienda. Para Israel se trata de un hito y una pesadilla sin retorno: el día en que esta ciudad costera a 17 kilómetros de Gaza esté al alcance de los cohetes, el Ejecutivo no solo tendrá que justificar el sufrimiento de los 30.000 habitantes de Sderot, sino también el de los 110.000 de Askelón.

Varios dirigentes israelís volvieron a amenazar con invadir Gaza. "Es una posibilidad real", dijo el ministro de Defensa, Ehud Barak. Hamás ofrece una tregua, pero no detendrá los cohetes si Israel sigue matando palestinos. Según B´tselem, en menos de dos meses han muerto tres israelís y más de 150 palestinos. Algunos, hijos de los dirigentes de Hamás, con los que parte del pueblo se identifica al ver que viven la misma tragedia que otras familias. Ayer el turno le llegó a uno de los vástagos del diputado del ala dura Jalil al Haya. Además, Israel mandó un recado al líder de los islamistas, Ismail Haniya, al volar un control a 150 metros de su casa.