Con el voto a favor de los apenas siete ministros que quedan en su Gobierno a causa del terremoto político que supuso la escisión del Likud y la creación de Kadima, el primer ministro interino israelí, Ehud Olmert, formalizó ayer aquello a lo que se había comprometido con EEUU: los árabes de Jerusalén Este podrán votar en las elecciones legislativas palestinas del 25 de enero. Se supera así el último escollo que quedaba para que esta cita se lleve a cabo.

Eso sí, el Gobierno israelí afirmó que no va a permitir que los candidatos de Hamás hagan campaña electoral, ni siquiera que aparezcan en las papeletas en la ciudad que Israel se anexionó en la guerra de 1967 y que considera su capital "unida e indivisible". Es la forma que tiene Israel de protestar por la participación en las elecciones del movimiento islamista, al que califica de "terrorista", pero sin llegar al extremo de forzar su anulación, como había advertido de que ocurriría el presidente palestino, Mahmud Abbás, alias Abú Mazen , en caso de que el Estado hebreo no permitiera votar en la ciudad.

Así, como ya ocurrió en las legislativas de 1996 y en las presidenciales del 2005, los árabes de Jerusalén Este votarán en oficinas de correos de la ciudad en una ficción de voto por correo con la que Israel pretende ratificar su soberanía sobre la ciudad y subrayar que los palestinos no tienen ningún derecho político sobre ella. La Autoridad Nacional Palestina recibió con buenas palabras la decisión israelí, aunque lamentó la prohibición sobre Hamás. Este grupo avisó de que puede llevar a cabo su campaña "de muchas maneras".

TRAQUEOTOMIA A SHARON El Gobierno de Olmert argumentó que la fórmula adoptada era apoyada por Ariel Sharon, que ayer seguía ingresado en estado crítico pero estable. Los médicos informaron que anoche Sharon volvió al quirófano para realizarle una traqueotomía que le ayudara a respirar mejor.