No es la primera vez que un barco o una flotilla de bandera internacional intentan burlar el bloqueo naval de Gaza para llamar la atención sobre las consecuencias de los más de tres años de cierre fronterizo, pero sí es la primera vez que Israel reacciona como si le fuera la vida en ello. Sus autoridades han lanzado una generosa campaña de contrainformación, a la vez que anunciaban que no permitirán que la expedición atraque en Gaza. Pretenden redirigirla hasta el puerto de Ashdod y, una vez allí, dar al pasaje dos opciones: aceptar la deportación o acabar en un centro de detención.

La flotilla partió ayer de Grecia, Turquía y Chipre y se prevé que se acerque a las costas de Gaza el sábado por la tarde. En sus nueve barcos viajan casi 800 personas: activistas de organizaciones propalestinas de varios países, diputados, médicos y artistas. Transporta 10.000 toneladas de material médico, educativo y de construcción para distribuirlo entre el millón y medio de habitantes de Gaza. "Queremos romper el bloqueo para denunciar el desastre humanitario que ha originado, y transmitir a las gentes de Gaza que no están solos", dijo desde Turquía Manuel Tapial, uno de los tres españoles de la expedición.

Israel considera la iniciativa "una provocación abierta". Para recibirles ha movilizado a miles de soldados y agentes de seguridad que les esperarán en Ashdod. Una vez allí someterán a los activistas a controles sanitarios y de seguridad y, si no oponen resistencia, les repatriarán.

PULSO CON TURQUIA De las ocho expediciones a Gaza desde el 2007, cinco lograron romper el bloqueo naval. Básicamente, Israel les dejó pasar para no hacer demasiado ruido. Pero esta vez es distinto, quizá porque el grueso del pasaje y el patrocinio político proceden de Turquía, país con el que mantiene un agrio pulso diplomático.