No es fácil ser secretario general de las Naciones Unidas y visitar Israel para exigir el cumplimiento de una resolución del Consejo de Seguridad. Kofi Annan viajó a Jerusalén con dos objetivos --el levantamiento del bloqueo aéreo y marítimo al que Israel somete al Líbano, y un compromiso para una pronta retirada de los soldados israelís del sur del Líbano-- y se fue por la tarde a Jordania con las manos vacías. "No hay mucha distancia entre la posición del primer ministro, Ehud Olmert, y la mía", dijo Annan en un intento de minimizar los nulos réditos de su escala en Jerusalén.

La diferencia entre una postura y la otra se concentra en la frontera entre el Líbano y Siria. Perdida la batalla para que la Fuerza Interina de las Naciones Unidas para el Líbano (FINUL) desarme a Hizbulá, Israel se atrinchera en el embargo de armas que establece la resolución 1701. Tel-Aviv sostiene que el armamento de Hizbulá procede de Siria, y que es imprescindible que la FINUL controle la frontera.

Hasta que esto no ocurra, Israel no piensa levantar el bloqueo. "La resolución es un menú completo y todo debe aplicarse, incluyendo el levantamiento del bloqueo, como parte del cumplimiento de todos los artículos", resumió Olmert.

LA RESOLUCION 1701 No lo ve igual el Gobierno libanés, que sostiene que la resolución 1701 no habla explícitamente del despliegue de cascos azules en el valle de la Bekaa, y quiere que esa zona la controle en exclusiva su propio Ejército. Beirut --teniendo en mente que Siria ya ha dicho que consideraría una agresión el despliegue de tropas internacionales en la frontera-- argumenta que el embargo se puede llevar a cabo sin cascos azules, pero Israel exige a la FINUL.

Annan busca un mecanismo que satisfaga a ambas partes. Su prioridad es que Israel levante el bloqueo, ya que sin tráfico aéreo y marítimo libre de restricciones es imposible reconstruir el Líbano y la vuelta a la normalidad.

La otra prioridad de Annan es que los soldados israelís se retiren del sur del Líbano para evitar que surja una chispa con Hizbulá que vuelva a encender el fuego. El secretario general de la ONU propuso a Israel que en cuanto haya 5.000 cascos azules en el sur del Líbano, sus tropas se retiren "en días o semanas". La iniciativa recibió la misma respuesta de Olmert: "Israel se retirará del Líbano una vez que la resolución se haya aplicado en su totalidad". Es decir, cuando haya 15.000 cascos azules --lo cual puede tardar meses-- y Tel- Aviv considere que se cumple el embargo de armas. Tras este juego diplomático se esconde la intención israelí de usar el bloqueo y su presencia en el Líbano como presión a Beirut para que desarme a Hizbulá. El problema es que, mientras haya presencia israelí, la posición del Gobierno de Fuad Siniora ante la milicia chií es muy precaria.

EL PULSO En el contexto de este pulso con Hizbulá hay que situar el anuncio que ayer efectuó Siniora de que entregará unos 30.000 euros de ayuda por cada casa destruida en la guerra.

En estos términos hay que entender también la áspera reacción de Siniora a unas declaraciones de Olmert en las que afirmó que la resolución 1701 puede ser la "piedra angular sobre la que construir una nueva realidad entre el Líbano e Israel". "No habrá ningún acuerdo hasta que haya una paz completa basada en la iniciativa árabe", dijo Siniora en referencia al plan de la Liga Arabe que propone reconocer Israel a cambio de un Estado palestino con las fronteras antiguas de 1967.