No se recuerda una Navidad tan triste y fantasmagórica como la de este año en Belén, ciudad que el Ejército israelí ocupa intermitentemente desde el pasado mes de abril. Los militares israelís accedieron a retirar sus tanques y tropas de algunos lugares emblemáticos unos pocos metros, y sólo durante los días de fiesta.

El alcalde de Belén, Hanna Naser, perteneciente a la comunidad cristiana de la ciudad, suspendió todos los festejos --salvo los ritos religiosos-- como protesta por la ocupación israelí. No había adornos, excepto en la plaza del Pesebre. La atmósfera era aún más triste por la llovizna persistente y la escasez de peregrinos cristianos, que otros años llenaban esta ciudad a miles. Tan sólo unos pocos palestinos osaban pasear por sus calles mientras repicaban las campanas de las iglesias. "Toque de queda igual a campo de detención", se leía en una de las pancartas que llevaban los pocos palestinos presentes; "libertad religiosa y de educación", se exigía en otra.

VETO AL ´RAIS´

El Gobierno israelí prohibió al líder palestino, Yasir Arafat, que viajara desde la ciudad cisjordana de Ramala a Belén, como es tradición desde el año 1995, tras su regreso a Palestina.

En las calles adyacentes a la plaza del Pesebre únicamente periodistas y policías palestinos vestidos de civil esperaban la llegada de Michel Sabah, el patriarca latino, que es como se llama al máximo representante de la Iglesia Católica en Tierra Santa. "La gente tiene miedo de que los soldados israelís irrumpan en la plaza para realizar detenciones; nadie sabe lo que ocurrirá", explicó Fadi abu Shada, corresponsal de Radio Belén 2000, quien debía trasmitir los acontecimientos desde la plaza durante las fiestas.

MISA DEL GALLO

Arafat envió a Belén a una delegación compuesta por cinco dirigentes palestinos, a fin de que lo representaran en la tradicional Misa del Gallo, que debía oficiar el pasado martes en la iglesia de Santa Caterina el propio Sabah. Horas antes, monseñor Sabah debía recorrer, acompañado de boy-scouts cristianos con banderas palestinas y al son de tambores, los ocho kilómetros que separan al Patriarcado Latino de Jerusalén de Belén.

"Los israelís deberían ocuparse de sus propios asuntos, y no interferir en la vida de otra gente", dijo el palestino Farej abu Mohamed. "Queremos paz y no ocupación", pidió Amina Odeh, quien admitió que disfrutaba "del ambiente navideño", a pesar de ser musulmana.

En la ciudad viven unos 60.000 palestinos. Alrededor del 40% de los habitantes son cristianos --la mayoría greco-ortodoxos y una minoría, católicos-- y el resto musulmanes. Con motivo de la Nochebuena y Navidad, las autoridades israelís permitieron la entrada a Belén de 40.000 palestinos de otras zonas para que pasaran las fiestas con los suyos.

CRISTIANOS EN TIERRA SANTA

El número de palestinos cristianos de diferentes iglesias, como los greco-ortodoxos, los católicos romanos, los católicos sirios, los maronitas, los coptos, los armenios, etíopes y así hasta 35 denominaciones diferentes que viven en toda Tierra Santa, es inferior a 200.000 personas. Un número cada vez mayor de árabes prefiere marcharse debido a la violencia provocada por la Intifada, que ya dura más de dos años.