Bajo una fuerte presión internacional, el Ejército israelí comenzó ayer a reorganizar sus tropas en el campo de refugiados de Rafah, retirándose parcialmente de algunos barrios y dejando tras sí zonas devastadas por los combates desarrollados desde el martes, cuando comenzó la operación Arco Iris sobre las nubes.

Al amanecer, los tanques, blindados y soldados comenzaron a abandonar los tres barrios de Tel El Sultán --considerado un bastión de militantes islamistas--, As Salam y Brazil, en los que los soldados israelís desplegaron una violencia sin freno que se cobró la vida de 43 palestinos e hirió a más de 80, muchos de ellos menores. El Ejército israelí desmintió que estuviera llevando a cabo una retirada de la zona, aseverando que se trataba de una "redistribución" de las tropas, que continuarán allí "por tiempo indefinido".

Fuentes militares indicaron que la operación logró los objetivos perseguidos en cuanto a la detención de presuntos militantes, aunque no halló ni rastro de los túneles secretos por donde presuntamente los terroristas entran armas, pese a ser ése el argumento esgrimido por Israel para arrasar Rafah. Con el objetivo de hallar esos túneles, al menos 62 edificios fueron derribados sólo en los barrios de Brazil y As Salam, según Betselem, una organización humanitaria israelí. Las demoliciones dejaron a 700 personas en la calle.

LA DESOLACION Entretanto, los palestinos irrumpieron en las calles al sentirse liberados de la presencia de los soldados israelís y observaron ante sí un paisaje de desolación. Algunos regresaron de sus refugios provisionales para certificar lo que ya presumían: lo que antes era su hogar era ahora una colina de escombros. Y entre los escombros, el zoo de Rafah, creado hace dos años por un vecino de la zona para llenar de ilusión la vida de unos niños que pierden su inocencia demasiado pronto.