El militar más condecorado de la historia de Israel, el ministro de Defensa, Ehud Barak, visitó el miércoles la base militar de Shayeret 13, la unidad de fuerzas especiales que condujo el letal asalto al ferry turco Mármara Azul. Barak les felicitó por haber completado la misión impidiendo que la flotilla llegara a las playas de Gaza y les recordó una de las máximas de la mentalidad israelí: "Debemos siempre recordar que no somos América del Norte o Europa Occidental, vivimos en Oriente Próximo, un lugar donde no hay piedad para los débiles ni segundas oportunidades para aquellos que no se defienden".

El mundo ha vuelto a rasgarse las vestiduras ante la desproporcionada exhibición de fuerza israelí durante el asalto a la llamada Flotilla de la Libertad. Las condenas se han sucedido y han puesto nuevamente en evidencia que Israel y el mundo se hablan pero no se escuchan. Porque nada de lo que se ha dicho ahora es nuevo. Ya durante la guerra de Gaza del 2009 se fustigó la intolerable fuerza bruta empleada. Ya entonces se exigió la apertura del bloqueo o se pidió, como ha hecho ahora el Consejo de Seguridad de la ONU, una investigación "imparcial e independiente" de lo ocurrido.

Pero nada ha cambiado, aunque Israel está hoy un poco más solo y aislado. Para muchos países en Occidente se ha vuelto un aliado incómodo y difícil de defender ante una opinión pública cada día más radicalizada. ¿Qué país falsifica los pasaportes de sus aliados para matar a sangre fría fuera de sus fronteras, como hizo el Mossad en el asesinato del dirigente de Hamás en Dubai? Israel es como ese amigo al que se invita a cenar para presentarle a la novia y acaba pegándose con el camarero.

POLITICA INACEPTABLE Lo que está ocurriendo lo resumía bien en el diario israelí Haaretz, Yoel Marcus. "Incluso aunque todas nuestras acciones estuvieran justificadas, nuestra política --lo que no puede resolverse con la fuerza debería resolverse con más fuerza-- se ha vuelto inaceptable en EEUU y Europa". Y algunos dirigentes israelís lo saben.

El jefe del Mossad, Meir Dagan, dio la razón esta semana a las voces del Pentágono que han dicho que la actitud de Israel aviva el odio antiestadounidense en la región y aumenta el riesgo de sus tropas en Pakistán, Irak o Afganistán. "Gradualmente estamos pasando de ser un activo a una carga", dijo Dagan.

Uno de los exasesores de Barak en las negociaciones de paz de Camp David, Menahem Klein, cree que su país vive apresado en la mentalidad del búnker. "Esta sociedad está totalmente desconectada del mundo y ha dejado de sentir empatía por el sufrimiento del otro. Lo que prima es el orgullo extremo, la arrogancia y la creencia de tener siempre la razón", afirma a este diario desde el otro lado del teléfono.

La arrogancia quedó patente en enero, cuando el número dos de la diplomacia israelí, Danny Ayalon, optó por humillar al embajador turco sentándolo en un sillón más bajo para protestar contra el contenido anti-israelí de una teleserie turca.

"Israel se está convirtiendo en una nueva Serbia, un país que se incrimina a sí mismo, aunque nada cambiará si la comunidad internacional no reacciona. Israel no escucha a las voces templadas", añade Klein.

Se podría pensar que la comunidad internacional empieza a

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