En un fallo que pone de manifiesto la brecha legal entre los israelís judíos y los israelís árabes, el Tribunal Supremo de Israel respaldó ayer una ley que prohíbe la reunificación familiar de israelís de origen árabe que se hayan casado con palestinos de Gaza y Cisjordania. La sentencia, que impide a los palestinos y a sus hijos naturalizarse israelís y entrar en el país, ya ha sido calificada por representantes de la comunidad árabe de "racista" y de "flagrante vulneración de los derechos civiles".

En Israel viven un millón y medio de árabes con nacionalidad israelí --los que se quedaron tras la guerra de 1948 y sus descendientes-- que, sobre el papel, deberían tener los mismos derechos y deberes que sus compatriotas judíos. La ley que ayer recibió el visto bueno del Supremo fue aprobada por el Gobierno en el 2002 y discrimina a los árabes, ya que les prohíbe la reunificación familiar si se han casado con otros árabes de Gaza y Cisjordania. En cambio, un israelí que se case con alguien que no sea palestino sí puede nacionalizar a su cónyuge. En la práctica, esto implica que, a efectos de nacionalizar a los cónyuges, los israelís judíos que se casan con judíos no sufren trabas legales, mientras que los árabes israelís que se enlacen con palestinos lo tienen prohibido.