La situación política italiana aparenta estar al borde de un ataque de nervios por el que todo podría cambiar de repente, aunque en la patria de Pirandello podría al mismo tiempo no suceder nada. Los ojos están puestos desde ayer en el Tribunal Constitucional, cuyos 15 jueces tienen que decidir si Silvio Berlusconi puede ser o no procesado --tiene tres sumarios pendientes-- durante su mandato como primer ministro. La sentencia debería conocerse hoy, aunque no se descarta un aplazamiento. Mientras, analistas y líderes opositores hablan ya de nuevo Gobierno y de elecciones anticipadas y los de la mayoría conservadora expresan su sed de revancha ante quienes intentan "atentar contra la voluntad del pueblo italiano".

En la vista oral, los abogados del dirigente defendieron ayer que "la ley es igual para todos, pero no su aplicación". Y dijeron que Berlusconi no es un "primero entre iguales", sino un "primero por encima de iguales", por la importancia de sus funciones. "Quien ocupa un alto cargo del Estado no puede ser al mismo tiempo un imputado", alegó uno de los tres letrados del primer ministro, que explicó que la ley a examen "no supone una inmunidad", sino que prevé solo la suspensión de los procesos para los cuatro primeros cargos del Estado mientras los ejerzan.

FEBRIL EXPECTACION Los jueces parecen preocupados por la febril espera que vive el país, ya que lo que decidan tendrá consecuencias políticas en cualquier caso. El tribunal puede dictaminar que la ley es constitucional, que no lo es, o bien que lo es solo en parte. En este último caso, el Gobierno debería modificar algunos artículos. Si es declarada inconstitucional, se abrirían opciones como la dimisión de Berlusconi y la vuelta a las urnas, o la formación de un Gobierno tecnócrata de transición que correspondiera a los deseos de quienes, en la oposición y en los poderes fácticos, desearían librarse de la derecha encarnada por Berlusconi, que conlleva demasiadas polémicas y pocas reformas. Los progresistas siguen empantanados en la creación del Partido Democrático (PD), que a fines de este mes debería celebrar su primer congreso y elegir a su primer secretario.

Berlusconi ha dicho que seguirá "adelante por toda la legislatura", que debería terminar en el 2013. "Sepan todos los opositores que nada nos hará traicionar el mandato que los italianos nos han conferido", escribió el lunes. La efervescencia parece haber contagiado a la mayoría, integrada por el Partido de la Libertad (PDL) y la Liga del Norte, que cruzan advertencias sobre posibles traiciones.

En vísperas de la sentencia --y tras la condena del sábado al grupo Fininvest de Berlusconi a indemnizar con 750 millones de euros a Carlo di Benedetti por haberle sustraído en 1991 la editorial Mondadori--, los jefes de los diputados y senadores del PDL han efectuado una declaración conjunta contra quienes "tratan con medios impropios de atentar contra la voluntad democrática del pueblo italiano".

Pero si Berlusconi está en la cuerda floja de los poderes, en la calle es distinto: los sondeos de los progresistas le atribuyen las simpatías del 52,8% de los italianos y a su partido, el 37,5% de la intención de voto.