Los ciudadanos uruguayos eligieron ayer un nuevo presidente en medio de un ambiente festivo que daba por sentado lo que todas las encuestas predijeron: el triunfo del candidato de centroizquierda Tabaré Vázquez, quebrando una larga y controvertida historia de bipartidismo. Como si la suerte estuviera echada, los festejos en las calles de Montevideo se anticiparon al mismo inicio de la votación.

A los que agitaban las banderas por la avenida 18 de Julio durante la madrugada del domingo les parecía inverosímil que la coalición Encuentro Progresista- Frente Amplio (FA) no consiguiera la mitad más uno de los votos emitidos. Al mediodía, y cuando ya habían votado casi el 30% de los ciudadanos, el candidato del Partido Blanco, Jorge Larrañaga, llamó a sus seguidores a no perder la esperanza y les garantizó que "habrá segunda vuelta" el 28 de noviembre. Guillermo Sterling, del Partido Colorado (en el poder) fue lacónico: "Hicimos lo que pudimos". Las encuestas le auguraban un 10%.

En 1999, Tabaré Vázquez, médico oncólogo de 64 años, se quedó sin la presidencia al ser derrotado en la segunda vuelta por el colorado Jorge Battle, en alianza con los blancos.

Cinco años más tarde, los efectos de la brutal crisis económica que estalló en el 2002 devoró las aspiraciones de continuismo. Muchos de los votantes de los partidos tradicionales decidieron darles la espalda y favorecer al Frente Amplio. "Que Dios y la Virgen nos oiga y esta vez la izquierda gane. Así, por lo menos, la miseria se nos hace mucho más llevadera", dijo a este diario Gladis, una madre que votó en el mismo lugar que Vázquez, a quien mostró con un dedo para que su hijo pequeño lo reconociera. "Si no nos salva él, estamos fritos", le dijo al pequeño.

SITUACION FAVORABLE "Esto supera todos mis sueños", dijo Tabaré Vázquez después de depositar su papeleta en el club de fútbol El Arbolito. De confirmarse su triunfo, el FA tendrá algo tan favorable como inédito para la izquierda: la mayoría en ambas cámaras del Congreso.