La tensión volvió a elevarse ayer unos cuantos grados en Kosovo, coincidiendo con el quinto aniversario del inicio de los bombardeos de la OTAN y con la visita que realizó a la provincia el representante de política exterior de la Unión Europea (UE), Javier Solana, que fue precisamente quien ordenó aquél ataque. La comunidad internacional "no puede tolerar ni tolerará" la violencia contra los serbios en Kosovo, dijo Solana.

El último episodio de la violencia que recorre la provincia tuvo lugar el martes por la noche, cuando dos policías, uno de ellos miembro de la ONU, murieron al ser tiroteado el vehículo en el que viajaban. Junto a ellos, fue hallado ayer un tercer cadáver. La ola de violencia antiserbia de la semana pasada, ya causó al menos 28 muertos y 600 heridos. Unas 280 casas y 30 iglesias fueron quemados.

Solana, con el comisario europeo de Relaciones Exteriores, Chris Patten, viajó a Kosovo Polje, a 5 kilómetros de Pristina, una de las localidades más castigadas. Solana se declaró "horrorizado por la brutalidad" de los ataques e instó a la comunidad serbia a permanecer en Kosovo y "seguir edificando el futuro de forma constructiva".