El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, no será candidato en las elecciones europeas del 2019, pero no pierde el optimismo ni las ganas de construir una Europa «más democrática», «unida» y «fuerte». La derrota de los populistas en Francia y Holanda y la mejora de la economía suponen aire fresco y ni el brexit ni el desafío de Polonia y de Hungría a las decisiones y sentencias europeas deben desviarles de su objetivo. «Toda mi vida he participado en el proyecto europeo. He trabajo y luchado por él. Nunca he perdido mi amor por Europa (..) Tenemos una ventana de oportunidad que no estará siempre abierta. Aprovechemos al máximo este impulso y aprovechemos el viento a favor en nuestras velas», defendió ayer reivindicando el respeto de la ley, las sentencias de los tribunales y el estado de derecho como obligación.

En su tercer discurso sobre el Estado de la Unión ante la Eurocámara, la cita clave que inaugura el curso político, desgranó el rumbo que debe seguir Europa. Un camino necesitado de reformas pero con ideas ambiciosas: fusionar el puesto de presidente de la Comisión Europea y del Consejo Europeo -que ocupa actualmente Donald Tusk- porque «con un solo capitán» Europa sería más eficaz, un superministro de economía con más poderes y mimbres para prevenir una nueva crisis en la zona euro, como una línea presupuestaria propia en el marco presupuestario de la UE, y una unidad de inteligencia europea que garantice un intercambio de información policial frente a la amenaza terrorista.

La Europa ideal de Juncker también deberá reforzar la pata comercial, con acuerdos con Australia y Nueva Zelanda, un mecanismo europeo de supervisión de inversiones extranjeras en sectores clave, una política industrial fuerte, el refuerzo de la agenda migratoria, más seguridad en internet, un mecanismo para facilitar y apoyar la adhesión al euro, más decisiones por mayoría cualificada, incluso en política exterior y mercado interior, y la integración de Bulgaria y Rumania en el espacio de libre circulación de Schengen.

«Nos quedan 16 meses y tenemos que utilizar este periodo para terminar lo que iniciamos en (la cumbre de) Bratislava. Hay que trabajar para que las propuestas se concreten en la práctica», reclamó. «Hemos empezado a arreglar el tejado. Pero debemos completar el trabajo ahora que brilla el sol, mientras haga buen tiempo porque cuando aparezcan los nubarrones, que aparecerán, será demasiado tarde», recordó.

EL ‘BREXIT’ / Aunque pasó de puntillas durante el discurso y la referencia solo ha llegado al final, en la agenda de Juncker hay una fecha marcada en rojo: el 29 de marzo del 2019. Ese día el Reino Unido abandonará la Unión Europea (UE). Un momento «triste y trágico» que «lamentaremos siempre» pero que no es el fin. «El 30 de marzo seremos 27 y propongo que nos preparemos bien para la situación», urgió pidiendo ese día una cumbre extraordinaria en Rumanía, que ocupará la presidencia de turno de la UE el primer semestre de ese año. «Las elecciones al Parlamento Europeo serán unas semanas más tarde, en mayo. Y los ciudadanos tienen que acudir a las urnas con una visión clara», estima.

La mayor crítica, que arrancó efusivos aplausos, fue para Turquía. El presidente cerró la puerta a nuevas adhesiones a la UE durante su mandato -aunque es partidario de cumplir con las promesas a los países de los Balcanes occidentales- y advirtió de que el Gobierno de Tayyip Erdogan se está alejando «desde hace tiempo» a pasos de gigante de la UE. «Me da la impresión de que algunos en Turquía socavan el diálogo para luego echar la culpa a la UE», advirtió criticando con dureza la encarcelación de periodistas y pidiendo su liberación.

El luxemburgués tampoco pasó por alto el último desafío de Hungría y Polonia a las decisiones y sentencias europeas sobre las cuotas de inmigrantes y el estado de derecho en la UE. Recordó que Europa es un lugar de libertad, no de opresión ni de dictadura, y que debe estar unida en sus valores. «Aceptar y respetar las decisiones finales de los tribunales es lo que significa pertenecer a una Unión basada en el estado de derecho», advirtió. «Europa debe respirar con sus dos pulmones, el del este y oeste, porque si no se ahoga», añadió frente a los cantos de una unión a varias velocidades. Reformar lo tratados no es la solución, lo importante es el compromiso, dijo. «En la UE buscar compromisos es un arte. Quien no es capaz de llegar a compromisos no es apto para la democracia ni para Europa».