La Junta Militar de Birmania extendió ayer por seis meses más el arresto domiciliario que pesa sobre Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz y líder del movimiento democrático birmano. La dirigente de la Liga Nacional por la Democracia (LND) lleva cinco años seguidos de confinamiento y ha pasado en cautividad --en la cárcel o en su casa-- más de 12 de los últimos 20 años, desde que regresó del exilio en 1988.

Suu Kyi, de 62 años, hija del héroe de la independencia Aung San, fue educada en Oxford y es madre de dos hijos que viven en el Reino Unido, a quienes la Junta privó de la nacionalidad birmana. Fue detenida por última vez el 30 de mayo del 2003 con la excusa de que la detención era para garantizar su seguridad tras un ataque contra su persona que el propio régimen orquestó.

En junio del 2003, y tras el ataque en el que murieron unas 70 personas, Suu Kyi fue conducida a la prisión de máxima seguridad de Insein, a las afueras de Rangún, y en septiembre de ese año, a raíz de una operación quirúrgica, fue trasladada a su domicilio.

OIDOS SORDOS La Junta Militar ha hecho hasta ahora caso omiso a todos los llamamientos efectuados por la ONU, la UE, Estados Unidos y otros países para que ponga en libertad de forma incondicional a Suu Kyi, considerada el símbolo de la democracia por muchos birmanos.