El juez chileno Carlos Cerda procesó ayer al dictador Augusto Pinochet y ordenó su arresto domiciliario al acusarlo de los delitos de evasión tributaria, falsificación de instrumento público, uso de pasaporte falso y omisión de bienes en su declaración jurada. Es la primera vez que el general es acusado por corrupción económica.

Cerda dispuso, no obstante, que Pinochet, que mañana cumple 90 años, podrá quedar en libertad provisional mientras avanza el juicio, siempre que pague una fianza de 18.600 euros y la Corte de Apelaciones le dé ese beneficio. Según el dictamen, "las circunstancias que rodean el diario vivir de una persona nonagenaria son indicativas de que su libertad no es peligrosa".

Más allá de esas consideraciones, el fallo de Cerda tiene una significación histórica. El descubrimiento de las cuentas secretas de Pinochet en el Banco Riggs de EEUU, donde guardaba 24 millones de euros cuyo origen no pudo demostrar, terminó por demoler su figura pública.

Desde julio del 2004, cuando estalló el escándalo, la derecha que creció bajo el poder de su sable corvo y nunca dejó de prodigarle elogios, decidió darle la espalda. Hasta el Ejército lo dejó virtualmente a un lado. "Mis hijos y yo somos unos leprosos", le confesó el mismo dictador a Cerda durante uno de los cuatro interrogatorios realizados en las últimas semanas, y que permitieron al magistrado contar con una impresión de primera mano del estado de salud del general.

OPERACION COLOMBO Después de esos trámites, el juez estimó que no era necesario realizarle nuevos exámenes médicos a Pinochet. Bastaban los hechos en otra causa, la operación Colombo, que determinaron que estaba en condiciones de afrontar un juicio. La decisión tomada el lunes por Cerda fue una señal de que el dictador sería procesado. La secretaria de la Corte de Apelaciones, Silvia Papa, fue hasta su lujosa residencia para informarle del dictamen.

Su procesamiento no sólo había sido pedido por los abogados querellantes. Una solicitud similar provino del Servicio de Impuestos Internos y Consejo de Defensa del Estado. La defensa ya anunció que apelará el fallo, invocando su delicada salud.

LA INFLUENCIA DE LA ESPOSA En esta causa, Pinochet arrastra a su familia. Las investigaciones alcanzaron en calidad de cómplice a su esposa, Lucía Hiriart. La exprimera dama estuvo menos de 24 horas detenida. El episodio no dejó de tener connotaciones simbólicas: Hiriart no era un mero rostro decorativo del régimen. La exministra y prima de Pinochet, Mónica Madariaga, dijo que había ejercido un gran poder sobre el esposo. El hijo menor, Marco Antonio, pasó tres semanas en la cárcel. Para salvarse, pidió un careo con su hermano, Augusto Jr.