Una "nueva era" en unas difíciles relaciones bilaterales cada vez más plagadas de roces y malentendidos. Así describía ayer un portavoz presidencial afgano la nueva etapa que se disponían a iniciar de la mano los gobiernos de Washington y Kabul, después de que el presidente estadounidense, Barack Obama, anunciara a bombo y platillo el martes el despliegue de 17.000 soldados adicionales en el país centroasiático. Nada más dar a conocer la noticia, el mandatario de EEUU se apresuró a telefonear a su homólogo afgano, Hamid Karzai.

"Obama habló con el presidente sobre numerosos temas, incluido los pasos que hay que dar para mejorar la seguridad, para reforzar los suministros y el entrenamiento del Ejército afgano, para reforzar aún más las relaciones; el incremento de tropas también fue abordado", aseguró el portavoz presidencial afgano, Humayun Hamidzada. Los reproches --Estados Unidos criticaba la falta de voluntad de Karzai de luchar contra la corrupción, mientras que el Ejecutivo afgano denunciaba el elevado número de bajas civiles-- iban marcando cada vez más el tono de las relaciones, deterioro que llegó a dar pábulo a los rumores de un reemplazo en la cúpula política afgana, debido a su incapacidad para enderezar al país. Obama insistió a una tele canadiense en que no hay solo una solución militar para Afganistán.

Los refuerzos militares estadounidenses harán que el contingente de ese país en Afganistán ascienda a 55.000 militares --la mayor cifra de soldados del Pentágono desde el derrocamiento del régimen talibán--, que se unirán a los 30.000 soldados ya desplegados pertenecientes a otros 40 países. La contribución estadounidense ordenada por el presidente Obama el martes no obviará la necesidad de que los aliados de la OTAN, cuyos ministros de Defensa se reúnen hoy en Cracovia, adopten decisiones impopulares, es decir, que deban pedir a sus ciudadanos y parlamentos nuevas contribuciones de militares.

En los pasillos de la Alianza Atlántica en Bruselas se subraya que son necesarios 10.000 militares adicionales, incluyendo a 3.000 soldados europeos, para garantizar la seguridad del país durante las presidenciales del 20 de agosto. Alemania ya ha anunciado que incrementará su contingente entre julio y septiembre en 600 soldados.

LOS RIESGOS Algunos analistas subrayan que enviar más tropas constituye una arriesgada medida que podría agravar la situación en el país, ya que se corre el riesgo de que sean percibidas por los locales como ocupantes; otros indican que el refuerzo no es necesario para lograr el objetivo de EEUU en Afganistán, es decir, que el país no sea utilizado por Al Qaeda como santuario.

Los mandos militares en Afganistán razonan que es necesario un incremento sustancial de tropas, una vez acabadas las operaciones, para desalojar de determinado territorio a los talibanes. Las unidades afectadas por la orden de Obama serán la Segunda Brigada Expedicionaria de Marines, con base en camp Lejeune (Carolina del Norte), que enviará a 8.000 militares; la Segunda División de Infantería, que despachará a 4.000 hombres; y otras, 5.000 militares de apoyo.