Presos talibanes y de Al Qaeda mantiene en jaque a las autoridades afganas tras amotinarse y hacerse con el control de la cárcel de máxima seguridad de Policharki, a las afueras de Kabul. Fuerzas combinadas del Ejército y la policía de Afganistán, apoyadas con carros blindados y soldados de la OTAN, mantienen desde ayer cercado el centro penitenciario, mientras el Gobierno intenta negociar con los cabecillas de la rebelión, que ayer dejaron en libertad a 70 presas y a unos diez niños que mantenían en su poder desde que estalló la revuelta el sábado por la noche.

Los amotinados también entregaron los cadáveres de tres presos y dejaron salir a cerca de 40 personas heridas. "Podemos reducir a los prisioneros en una hora, pero para evitar un baño de sangre estamos intentado negociar", dijo ayer el viceministro de Justicia afgano, Mohamed Qasim Hashimsai, a Associated Press. Durante unas horas, el Gobierno cortó incluso el agua, la luz e impidió que entraran alimentos al recinto.

Entre ellos hay 350 miembros de Al Qaeda y militantes talibanes, como los mulás Mujadid y Shahidzai. También se encuentra Timur Shah, jefe de una peligrosa banda que cumple 20 años de pena por capturar en junio a una cooperante italiana, que finalmente fue puesta en libertad.

"No están de acuerdo con nada. Quieren simplemente ser puestos en libertad", dijo Nader Nadeery, portavoz de la Comisión Independiente de Derechos Humanos afgana.

OPERACION EN RIAD Por otro lado, cinco presuntos terroristas miembros del brazo de Al Qaeda en Arabia Saudí murieron ayer en un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad saudís en Riad, informaron fuentes policiales. Las autoridades relacionaron estas víctimas con los autores del atentado fallido del viernes contra la refinería de Abqaia, considerada como el mayor centro de procesamiento de petróleo del mundo.