La mayor potencia militar del mundo es incapaz de acabar con el ejército de suicidas que cada día siembra de muertos Irak. En los últimos tres días, 21 kamikazes, a bordo de coches bomba o con los explosivos adosados al cuerpo, han matado a 167 iraquís y causado cientos de heridos. Ayer se registraron otros cuatro atentados con otra veintena de muertos, la mayoría miembros de las fuerzas de seguridad.

La ola de ataques suicidas de este fin de semana de pesadilla empezó el viernes, cuando se registraron en todo el país al menos 11 atentados suicidas, gran parte de ellos en Bagdad. El sábado se inmolaron otros seis kamikazes. Uno de ellos causó la matanza de Musayib, localidad situada a unos 90 kilómetros al sur de Bagdad. Fue uno de los atentados más mortíferos ocurridos en Irak desde la caída de Sadam Husein. El último recuento, facilitado ayer por fuentes médicas, cifró en 98 el número de víctimas mortales y en más de 150 los heridos, 65 de ellos graves. Todos eran civiles.

MUTILACIONES Y QUEMADURAS Ayer, los familiares de los muertos y heridos de Musayib acudieron al lugar de la tragedia y a los hospitales de la zona para reconocer a las víctimas. Una tarea nada fácil, porque la mayoría sufrieron mutilaciones y quemaduras en todo el cuerpo. Algunos testigos de la matanza indiscriminada dijeron ayer que vieron cómo algunos padres, atrapados en un edificio en llamas, lanzaron a sus hijos por las ventanas y los balcones de la vivienda.

Ayer todavía no estaba claro cómo ocurrió el atentado, cometido en una plaza del centro de la localidad abarrotada de gente y situada junto a una mezquita shií y un mercado. Algunas fuentes dijeron que el kamikaze accionó los explosivos que llevaba adosados al cuerpo junto a un camión cisterna que en esos momentos estaba descargando combustible en una gasolinera.

Otra de las versiones señaló al conductor del vehículo como el autor de la matanza y sostiene que se suicidó tras abrir las válvulas del tanque del vehículo, que transportaba gas licuado. En cualquier caso, la explosión provocó una gran bola de fuego que convirtió la plaza en un auténtico infierno. Más de 20 coches quedaron carbonizados y unos 40 comercios fueron gravemente dañados por la deflagración.

UN MINUTO DE SILENCIO El Parlamento iraquí reunido ayer pidió a la población iraquí que guardara un minuto de silencio en memoria de las víctimas de Musayib y de los más de 20 niños que murieron el pasado miércoles en otro atentado suicida registrado en Bagdad.

En la sesión parlamentaria de ayer, 55 diputados suscribieron un documento en el que pidieron a las autoridades que permitan actuar como fuerza de seguridad a las milicias locales. Los analistas, sin embargo, sostienen que una medida de este tipo no haría más que agravar la situación, ya de por si caótica.

Además de los atentados, en Irak se han registrado últimamente asesinatos masivos de shiís y sunís. Las autoridades intentan evitar un enfrentamiento armado entre ambas comunidades que arrastraría al país a una guerra civil. Los sunís también han denunciado la muerte de personas --a veces asesinadas de tiros en la nuca-- que previamente habían sido detenidas por miembros de las fuerzas especiales de la nueva policía de Irak.

COCHES BOMBA De los cuatro atentado suicidas que se registraron ayer en Irak, tres tuvieron lugar en Bagdad. Dos de ellos contra sendos controles policiales. Cuatro policías murieron y 17 resultaron heridos. Otro coche bomba estalló muy cerca del edificio que albergó la comisión electoral y mató a tres civiles.

El cuarto suicida lanzó su vehículo cargado de explosivos contra un convoy militar estadounidense en la localidad de Mahmudiya, situada a unos 32 kilómetros de Bagdad. La explosión provocó la muerte de seis personas e hirió a otras nueve.