Esta noche, por primera vez en la carrera por la Casa Blanca de este año, George Bush y John Kerry se estrecharán la mano. Lo harán en la Universidad de Miami en Coral Gables (Florida) y con el gesto arrancará el primero de los tres debates presidenciales de esta contienda, un encuentro de 90 minutos centrado en la política exterior y la seguridad nacional. El duelo, emitido en directo por televisión y con una audiencia que puede alcanzar los 50 millones de espectadores, es clave para ambos políticos y nada se ha dejado al azar.

Bush, con ventaja en la mayoría de las encuestas, se juega menos que Kerry, que debe aprovechar la oportunidad para definirse definitivamente ante los electores. Pero con los debates transformados en un espectáculo en el que las apariencias importan más, el encuentro se anuncia lejano a una verdadera discusión. Todo está tan milimetrado, que hay quien ya habla de "una rueda de prensa de dos partidos sin espontaneidad".

Los dos candidatos han intentado inclinar la balanza a su favor a través de sus equipos de negociación. Las negociaciones han dado como resultado un debate en el que el cruce de palabras será casi imposible y que excluye las preguntas directas mutuas.