John Kerry, el derrotado candidato demócrata a la Casa Blanca el 2-N, no está dispuesto a desaparecer del horizonte político como hizo su predecesor Al Gore, exvicepresidente demócrata Al Gore, en el 2000. Decidido a convertirse en el jefe de la oposición, el senador por Massachusetts llamó a la lucha a sus partidarios, este fin de semana, para frenar "el asalto ultraderechista a los valores e ideales más importantes para nosotros" que prepara Bush.

"No es el momento de retroceder y acomodarse a las posiciones de los extremistas, sino de mantenerse firmes", arengó en un combativo correo electrónico, que envió el viernes a los tres millones de inscritos en su portal electoral de internet.

El mes próximo, el comité ejecutivo del partido demócrata se reunirá en Orlando (Florida) para elegir al sucesor del actual presidente del partido, Terry McAuliffe, un puesto que podría ocupar el excandidato presidencial Howard Dean.

REFORMA PARALIZADA Por otro lado, un grupo de ultraconservadores republicanos en la Cámara de Representantes se alineó el sábado con el Pentágono para rebelarse contra los deseos de Bush, y logró suspender la votación final sobre la ambiciosa reforma de las agencias de espionaje que perseguía la Casa Blanca.