Unos 26 millones de argentinos participan hoy en las elecciones para renovar parcialmente el Congreso Nacional, los parlamentos provinciales y las alcaldías en las que el presidente, Néstor Kirchner, busca consolidar su liderazgo en todo el país, así como infligir a Eduardo Duhalde, su exaliado y ahora enemigo acérrimo, una derrota definitiva dentro del Partido Peronista, la formación gobernante.

Kirchner accedió al poder en el 2003 con un 22% de los votos. En su entorno se espera ahora que un 40% de la población apruebe estos dos años de mandato en los cuales, ante la falta de una base aliada parlamentaria, gobernó casi por decreto. Dos años de intenso crecimiento económico, una importante reducción del paro y de los todavía alarmantes niveles de pobreza e indigencia son los logros que ha presentado el kirchnerismo en la campaña electoral. Si las encuestas se confirman, el oficialismo contará con 115 diputados, muy cerca de la mayoría de 129 que necesitará para imponer sus proyectos gubernamentales.

Según los analistas, Argentina vivió una de sus campañas electorales más aburridas y previsibles desde que en 1983 se recuperaron las instituciones democráticas. Hubo agravios, denuncias de prebendas --entrega de electrodomésticos por caciques peronistas para garantizar votos--, falta de debates y mucha publicidad. Siempre que los encuestadores acierten en los pronósticos, la primera dama, Cristina Kirchner, superaría en la provincia de Buenos Aires por unos 30 puntos de diferencia a Hilda González Chiche Duhalde, la esposa del exjefe del Estado, que en el 2003 allanó el camino al actual presidente.

EL BERLUSCONI ARGENTINO Si a su vez las previsiones se confirman, el millonario Mauricio Macri, presidente del club de fútbol Boca Juniors, será el candidato más votado por los porteños, al frente de una coalición de derecha. Macri es una suerte de Silvio Berlusconi argentino. Sus éxitos deportivos y su rechazo a las protestas sociales y a los parados que toman las calles parecen haber calado hondo.