La Cámara de Diputados argentina convirtió en realidad, ayer de madrugada, uno de los más anhelados y polémicos proyectos del presidente, Néstor Kirchner: la reforma del Consejo de la Magistratura, el organismo encargado, entre otras cosas, de designar o destituir a los jueces y que, en adelante, estará prácticamente bajo control del oficialismo.

"Hemos hecho retroceder a las corporaciones", aseguró ayer Kirchner al celebrar la victoria. El proyecto obtuvo el aval de 148 diputados, 89 se opusieron y 2 se abstuvieron. En los debates, el peronismo (partido en el poder) bloqueó toda posibilidad de discutir y enmendar la ley, promovida por la senadora --y primera dama-- Cristina Kirchner.

Para sacar adelante el proyecto, el Gobierno necesitó de la "ayuda" de sus más encarnizados enemigos dentro del partido oficial: los seguidores del expresidente y mentor de Néstor Kirchner, Eduardo Duhalde.

Por esta reforma, el Consejo de la Magistratura pasará de 20 a 13 integrantes, una merma que obliga a reducir la representación de los sectores no políticos, así como de las minorías políticas. Tanto la oposición como el Colegio de Abogados opinaron que se ha roto el equilibrio del organismo --un imperativo constitucional-- y que éste acabará siendo rehén del Gobierno de turno. "El poder ejecutivo juega peligrosamente con el uso y abuso de su fuerza mayoritaria", dijo el radicalismo.

"Esta ley es un retroceso", aseguró Gastón Chillier, director ejecutivo del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), el organismo defensor de los derechos humanos que tuvo un papel clave en la anulación de las leyes que habían beneficiado a los represores de la última dictadura.

El presidente puso un inusitado empeño en la aprobación de esta reforma. Con la ley ratificada, Kirchner parece haber terminado de disciplinar al peronismo en el Parlamento. Según La Nación , el mandatario fue sumando a la causa a los legisladores díscolos, uno por uno, "a golpe de subsidios y obras públicas". Para el periódico, el presidente le ha impuesto al país "un grave retroceso institucional".

PARADOJAS No deja de ser una paradoja, señalan otros analistas, que Kirchner, el presidente que remodeló el desprestigiado Supremo, haya dado ahora este paso. La reforma ha coincidido con otro episodio controvertido: el martes, Kirchner nombró funcionario al expiquetero (miembro de los grupos de parados que cortan rutas para pedir trabajo) Luis D´Elía, quien tiene una causa judicial abierta por actuar con violencia.