La presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, no se arrepiente de nada de lo que ha hecho en poco más de 220 días de gestión. En la primera conferencia de prensa con agenda abierta del matrimonio Kirchner en cinco años, aseguró que "volvería" a impulsar el aumento del impuesto a las ganancias extraordinarias que tienen los productores agropecuarios, en especial los de soja.

La propuesta fue rechazada en las carreteras y las calles por el campo, en alianza con la oposición de centroderecha, y con métodos que incluyeron el desabastecimiento. Pero fue el Congreso el que le dio la estocada letal, con la contribución de peronistas disidentes y del vicepresidente, Julio Cobos. "El poder ejecutivo y el Parlamento nos hemos puesto a discutir en serio una ley que por primera vez tocaba el tema de la redistribución de la riqueza", dijo Kirchner. La presidenta y su esposo, el expresidente Néstor Kirchner, tuvieron que masticar el polvo de una derrota durísima.

La presidenta habló durante una hora y media, defendió lo hecho y evitó aspectos que duelen en los bolsillos de la sociedad, como la inflación, que según consultoras privadas superará el 30% a fin de año.

La cita con la prensa formó parte de una agenda destinada a mejorar la imagen pública de la presidenta. La residencia abrió sus puertas y Catalina, su perra boxer, se comió parte de los cruasanes preparados para aliviar la espera de los cronistas.