El escrutinio aún fue peor para el kirchnerismo que los sondeos, y los primeros efectos del batacazo electoral que se llevó el domingo el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se hicieron sentir ayer con la decisión de su esposo, el expresidente Néstor Kirchner, de abandonar la jefatura del Partido Justicialista (PJ, peronismo, en el poder).

La renuncia "indeclinable" le dejó a Kirchner el sabor de una amarga constatación. Tuvo que pelear en la provincia de Buenos Aires en los comicios parlamentarios y perder por 2,8 puntos contra una alianza entre la facción disidente del PJ y la derecha, y no solo eso. Algunos dirigentes peronistas bonaerenses que le proclamaron fidelidad con ese tono operístico propio de la principal fuerza política de este país, al ver en los últimos días como se hundía el barco, abandonaron a su líder antes de dar la batalla final. El escaso margen que le sacó a Kirchner el magnate de origen colombiano Francisco de Narváez acabó apuntando al corazón del proyecto matrimonial.

De Narváez gastó durante la campaña 33 millones de euros en publicidades en las que prometió el oro y el moro. Apostó, ganó y ayer pidió la cabeza del hombre al que ha vencido, y dijo que debe formarse un nuevo Gabinete según las nuevas relaciones de fuerza en el peronismo. El titular interino del PJ y gobernador bonaerense, Daniel Scioli, deberá iniciar el poskirchnerismo con los otros caciques del partido. Es casi un hecho que el expiloto de fórmula 1 Carlos Reutemann será el candidato presidencial dentro de dos años.

CIFRAS ENGAÑOSAS El kirchnerismo obtuvo el 34% de los votos en todo el país. Segunda quedó la entente entre la Unión Cívica Radical (UCR) y el partido centrista de Elisa Carrió (23,5%). El tercer lugar fue para la derecha, con un 16%. En los hechos, el Gobierno ganó. Pero las cifras engañan. Los Kirchner perdieron por goleada en la ciudad de Buenos Aires, así como en las provincias de Santa Fe, Córdoba y Mendoza, las más importantes del país después de la capital, con lo que perdieron la mayoría parlamentaria. Y lo que no esperaban era caer también en el enorme distrito bonaerense.

"El resultado revela un malestar con el Gobierno mucho más importante de lo que las encuestas detectaban", opinó el diario Clarín. Kirchner perdió incluso en Santa Cruz, la provincia donde es hegemónico desde hace dos décadas, y en su propia mesa de votación. Todo un símbolo del fin de una época iniciada en el año 2003, cuando Carlos Menem tiró la toalla antes de la segunda vuelta electoral. Uno de los que financiaban la campaña de este era De Narváez.