El espionaje de Estados Unidos está dividido sobre dos remolques hallados en Irak, que según aseguró la CIA hace un mes son fábricas móviles de armas biológicas "ingeniosamente sencillas". Una afirmación que los expertos del Departamento de Estado consideran prematura. Esta embarazosa contradicción forzó ayer a la Casa Blanca a alinearse con la CIA para salvarle de paso la cara al presidente, George Bush, quien el 30 de mayo esgrimió los remolques como prueba de haber "hallado las armas de destrucción masiva" con que justificó la guerra.

"Las agencias que se encargan de revisar estos temas, que son las que tienen más experiencia, ya dieron claramente su opinión", recalcó el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, quien además dio a entender que la Oficina de Inteligencia del Departamento de Estado no está a la altura de otras agencias de inteligencia como la CIA. El 28 de mayo, la CIA y la Agencia de Inteligencia de la Defensa aseguraron en un informe que los dos misteriosos remolques servían para fabricar armas biológicas, sin consultar con otros cuerpos del ramo. Sin embargo, el 2 de junio los expertos del Departamento de Estado que dirige Colin Powell refutaron esta conclusión sobre la base de que no hay pruebas que la justifiquen según reveló ayer el diario The New York Times .

La búsqueda de las misteriosas armas de destrucción masiva supuestamente en poder del caído régimen de Sadam Husein sigue siendo prioritaria para las fuerzas de ocupación, sometidas a la presión del continuo acoso de los leales al dictador. Ayer dos soldados estadounidenses murieron y 13 resultaron heridos en nuevos enfrentamientos. Además las tropas de EEUU investigan la desaparición de otros dos soldados que vigilaban un puesto de control en Bagdad.

EL MINISTRO DE INFORMACION

Por otra parte, el antiguo ministro de Información iraquí, Mohamed Said al Sahaf, apodado Alí el cómico durante la guerra, apareció ayer en la televisión árabe Al Arabiya. Sahaf contó que se había entregado a los estadounidenses. "Me preguntaron sobre mi trabajo. Después del interrogatorio, me liberaron", aseguró. El exministro iraquí se hizo famoso por el exagerado optimismo que reflejaban sus partes diarios sobre la guerra. "Es todo un clásico" llegó a decir Bush que se confesó admirador de Sahaf.