El primer ministro británico, Gordon Brown, no cambió un ápice su discurso tras la pérdida de un diputado en una de las circunscripciones consideradas como feudo tradicional de los laboristas y volvió a repetir lo que empieza a ser su mensaje habitual frente a las adversidades: que "seguirá trabajando", para dirigir al país "a través de estos difíciles momentos", refiriéndose así a la situación económica, ya que es "exactamente lo que los ciudadanos esperan de él".

Brown insistió en que la subida de precios es un problema global y urgió a los laboristas a confiar en sus políticas, que "convencerán" de nuevo a los votantes. El primer ministro hizo caso omiso de las palabras del líder conservador, David Cameron, que aprovechó la desmoralización entre las filas laboristas y el cuestionamiento de la capacidad de liderazgo de Brown para pedir una convocatoria anticipada de elecciones generales.

El premier británico ha cosechado en poco más de un año cuatro derrotas electorales y los laboristas se encuentran hundidos en los sondeos, que les otorgan una media del 26% de los votos, frente al 45% del Partido Conservador. La mayoría de diputados, afortunadamente para Brown, se va de vacaciones este fin de semana, pero después del último varapalo quizás sólo logre contener las críticas en el seno del laborismo hasta el próximo congreso del partido, que se celebrará en septiembre.

POCA DIFERENCIA Tan solo 365 votos de diferencia otorgaron la victoria al Partido Nacionalista Escocés (SNP, en sus siglas en inglés) en Glasgow East, una de las siete circunscripciones de la ciudad natal de Gordon Brown. Los laboristas vieron esfumarse la ventaja de 13.507 votos que consiguieron en los anteriores comicios. El SNP, en el poder en Escocia desde mayo del 2007, obtuvo 11.277 votos, mientras que los laboristas consiguieron 10.912.