Tres horas de reunión no fueron suficientes para que el responsable de política exterior de la UE, Javier Solana, y el negociador nuclear iraní, Alí Larijani, llegaran a un acuerdo sobre el programa de desarrollo atómico iraní, que las potencias occidentales creen encaminado a producir armas nucleares. El encuentro, llevado a cabo en la sede de la Cancillería austriaca en Viena, se reanudará hoy, según informó un portavoz. Al abandonar el edificio, Larijani señaló que la conversación había sido "constructiva", mientras que la portavoz de Solana, Cristina Gallach, la calificó de "positiva".

La reunión, cuyo escenario se mantuvo en secreto hasta última hora, ha sido anunciada como la última oportunidad que tiene el régimen de Teherán para evitar las sanciones de la ONU. Irán ignoró el ultimátum de las Naciones Unidas que le daba de plazo hasta el 31 de agosto para detener las actividades de enriquecimiento de uranio; su posición sigue siendo que no busca dotarse de un arma nuclear, sino dar un uso civil a este tipo de energía. Si el Gobierno de Mahmud Ahmadineyad opta por rechazar definitivamente la última oferta de los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania, EEUU tendrá argumento para pedir que se impongan sanciones.

PRESION Pero aún deberá enfrentarse a dos pesos pesados del Consejo. Mientras la reunión tenía lugar, los dirigentes de los países comprometidos con la negociación volvieron a dejar claras sus posiciones frente al conflicto. El presidente ruso, Vladimir Putin, dijo que es pronto para imponer sanciones a Teherán, y agregó que aún confía en que no será necesario adoptar este tipo de medidas. En la misma línea, el primer ministro chino, Wen Jiabao, dijo que "aumentar la presión o imponer sanciones no traerá necesariamente una solución pacífica". China y Rusia se han opuesto desde el principio a las sanciones.