Kalbe Alí tenía solo 8 años la primera vez que participó en una procesión de la Ashura. "Mi padre era muy creyente y, cuando yo era niño, lo acompañaba en el último día de luto", explica. Ese día los chiís conmemoran los 40 días de duelo del martirio del imán Husein, nieto del profeta Mahoma, que murió asesinado en la ciudad de Kerbala (Irak) en el año 680.

Con sus pies descalzos, como muestra de respeto, y vestido con un salwar kameez de color negro, en señal de luto, Alí se disponía a participar otro año más en esta festividad religiosa que se celebra en las principales ciudades de Pakistán, bajo fuertes medidas de seguridad. Para prevenir posibles atentados contra devotos chiís, la policía llevó a cabo redadas nocturnas la víspera de la Ashura y varios centenares de sospechosos fueron detenidos en todo el país. Además, decenas de miles de agentes se desplegaron por todo el territorio nacional paquistaní para reforzar la seguridad donde se celebraban las concentraciones religiosas chiís.

En Rawalpindi, las fuerzas de seguridad instalaron un importante dispositivo alrededor del circuito. Tanto a la entrada como a la salida de la procesión, la policía colocó arcos de detección de metales, mientras los agentes inspeccionaban uno por uno a participantes y espectadores. "Las cosas han cambiado mucho en los últimos 10 años. Ahora resulta peligroso celebrar públicamente nuestras fiestas religiosas. La comunidad chií paquistaní es la que más sufre la violencia interreligiosa", critica este chií de 40 años. Alí teme por la seguridad de sus hijos y por ello les ha prohibido asistir a la Ashura.

Los musulmanes chiís representan cerca del 20% de la población; es decir, que hay unos 30 millones de paquistanís que profesan esta rama del islam, considerada por la mayoría suní como secta. La muerte de Husein ibn Alí en la batalla de Kerbala ante los ejércitos del califa omeya Yazid, que se negó a jurarle obediencia, marcó la derrota del chiísmo, que defendía el califato hereditario por la línea de Mahoma frente al sunismo, partidario de un califa que destacara por sus dotes y no por su origen.

Ataques suicidas

El año pasado, casi un centenar de personas murieron en atentados suicidas contra dos procesiones en Lahore y Karachi, donde se hallan los principales centros de peregrinación de los chiís. Afortunadamente, este año la ceremonia de la Ashura ha transcurrido con relativa calma. A pesar de los peligros y amenazas de atentados, decenas de miles de chiís se amontonaron en un abigarrado avispero humano en el centro de Rawalpindi, mientras otros cientos de miles hacían lo mismo en las otras grandes ciudades paquistanís.