"Alguna gente ve cómo son las cosas y se pregunta por qué. Yo sueño cosas que nunca fueron y me pregunto por qué no". La frase de Bobby Kennedy resonó en su propio funeral en boca de su hermano, Teddy. Y fue él quien cogió la antorcha de su familia y, pese a una vida marcada por la tragedia y los avatares personales, selló una carrera política que ha hecho leyenda en Estados Unidos.

Nacido el 22 de febrero de 1932 en Brookline, Massachusetts, fue el menor de los nueve hijos (cinco chicas y cuatro chicos) de Joseph Kennedy y Rose Fitzgerald. Como sus hermanos fue acunado, como diría su madre, "con nanas políticas". Y creció en una familia marcada por sus raíces irlandesas, el catolicismo y por la filosofía del patriarca: "No queremos perdedores por aquí. En esta familia queremos ganadores".

Teddy no fue el más destacado en los estudios, aunque brillaba en los debates y en el fútbol, y su primera entrada en Harvard acabó en expulsión --al intentar que otro estudiante pasara por él en un examen de español--. Llegó entonces el alistamiento militar. Luego el regreso a Harvard, estudios de Derecho, un trabajo como asistente de un fiscal... Pero la política esperaba.

En 1958 debutó gestionando la campaña para la reelección como senador de su hermano John. Y cuando Robert fue elegido fiscal general, se lanzó a por el escaño del Senado cumplidos los 30 años, la edad mínima. Pudo con las dudas sobre su poca experiencia que resumió su rival en las primarias, Edward McCormack: "Si su nombre fuera Edward Moore en vez de Edward Moore Kennedy, su candidatura sería una broma".

Los 60 fueron años de tragedia. El magnicidio de JFK, el asesinato de Bobby... El propio Teddy estuvo a punto de morir en un accidente de avión en 1964.

Fue el accidente y la muerte de Mary Jo Kopechne, sin embargo, la tragedia que más marcaría su vida. Su reacción ante el siniestro donde se ahogaría la joven de 28 años le perseguiría siempre. "Me superaron el dolor, el miedo, la duda, el cansancio, el pánico, la confusión", confesó una semana después del accidente. Pidió al país que le dijera si debía seguir en política. Escuchó un rotundo sí.

Los 70 también fueron años turbios. A su hijo Edward le diagnosticaron un cáncer por el que le amputaron la pierna (su hija Kara padecería más tarde cáncer de pulmón y su hijo Patrick, congresista, ha tenido problemas de adicción). Su primera esposa, Joan Bennett, alcohólica, acabó divorciándose de él en 1982 tras 24 años.

Un escándalo más le sacudiría en 1991, cuando salió de juerga en Palm Beach con su hijo Patrick y un sobrino, William Kennedy Smith, que fue acusado de violación (y exculpado).

Pero su agitada vida personal no pudo más que su peso político, creciente conforme avanzaba su carrera en el Senado, la tercera más larga de la Cámara. Su apellido le abrió las puertas de la historia. Su trabajo le ganó su lugar en ella.