Miles de personas salieron ayer a las calles de Trípoli y de los pueblos cercanos. Unos blandieron banderas libanesas, otros redoblaron los tambores, dispararon salvas con sus fusiles o hicieron sonar el claxon. Después de tres meses con el corazón encogido y la temporada turística arruinada, ayer fue un día de celebración para los habitantes del norte del Líbano. El Ejército anunció la toma del campo de refugiados palestinos de Nahr al Bared y la eliminación de los últimos focos de resistencia de los yihadistas sunís de Al Fata Al Islam (AFAI), grupúsculo cercano a Al Qaeda que ha puesto en jaque al país. "El combate ha terminado. El Ejército ha tomado las últimas posiciones de AFAI en el campo", dijo un jefe militar a Reuters. Atrás quedaron al menos 250 muertos y el poblado arrasado.

La madrugada del sábado al domingo decenas de combatientes islamistas "trataron de huir a la desesperada", según un comunicado castrense. Con la ayuda de pistoleros llegados de fuera del campo en vehículos civiles, atacaron varias posiciones del Ejército, acantonado en el perímetro de Nahr al Bared desde el 20 de mayo.

BALANCE MORTAL Al menos 31 milicianos cayeron en los combates y otros 32 fueron arrestados. "Unos pocos pueden haber escapado pero los estamos buscando", aseguró una fuente militar. Ni entre los muertos ni los más de 140 detenidos las últimas semanas --libaneses, palestinos, saudís, sirios, tunecinos y argelinos-- está el jefe de los rebeldes, Shaker al Absi.

Este veterano guerrillero palestino, formado como médico en Cuba y curtido como piloto de guerra en Libia y Nicaragua, según declaró su hermano a France Press, formó AFAI en noviembre del año pasado tras escindirse de una facción prosiria. El Gobierno de Beirut le acusa de servir a Siria, país donde pasó tres años en prisión mientras era condenado a muerte en rebeldía por un tribunal jordano por supuesta participación en el asesinato de un diplomático estadounidense en el 2002.

El Ejército cree que ha logrado huir "al frente de un pequeño grupo". Por eso lanzó ayer su búsqueda en las aldeas cercanas y en la región norteña de Akkar, cuna del fundamentalismo suní en el Líbano. La alegría de los soldados, que ayer hacían el signo de la victoria a la salida de Nahr al Bared y eran agasajados simbólicamente con arroz por los civiles, contrasta con el precio elevadísimo de víctimas pagado por el Ejército. El fin de semana murieron otros cinco uniformados, elevando a 157 el número de militares muertos.