Algo más de tres millones de libaneses estaban llamados ayer a las urnas para decidir la dirección del país en los próximos cuatro años. A falta del recuento oficial, que se conocerá esta tarde, los sondeos vaticinaban una apretada pugna entre la mayoría prooccidental y el bloque prosirio, comandado por Hizbulá. El resultado de estas legislativas trasciende las fronteras del Líbano, microcosmos donde los grandes actores geopolíticos de Oriente Próximo libran una de sus más feroces batallas. En juego está que el país siga orientado hacia Washington y Riad o bascule hacia Teherán y Damasco.

En distintos puntos del país se produjeron escaramuzas entre simpatizantes de uno y otro bando, aunque para los estándares libaneses, la jornada transcurrió con relativa armonía. La participación se quedó en el 53%, una cifra nada desdeñable, teniendo en cuenta que muchos electores residen en el extranjero.

Algunos han otorgado a estos comicios una trascendencia casi existencial. "Debéis elegir entre la guerra y la paz, entre Gaza o un Estado libanés desarrollado y civilizado", dijo esta semana el candidato cristiano, Sami Gemayel, gran enemigo de Hizbulá.

DOS VISIONES En liza hay dos visiones del mundo. Una, más prooccidental, apegada a la economía de mercado, alérgica al intervencionismo de la antigua patria siria y temerosa de las consecuencias que el entramado militar de Hizbulá y su alianza con Irán pueda tener para el futuro del país.

La otra visión es partidaria de una relación más estrecha con Siria, de un modelo económico más socializante y defiende a ultranza la legitimidad de las armas de Hizbulá como contrapeso a la agresividad israelí.

El encono entre ambos campos es tan dramático que sus patronos foráneos han invertido millones de dólares para decantar la elección. Lo reconoció un asesor saudí al New York Times . "Estamos apoyando a los candidatos que se presentan contra Hizbulá. Vamos a lograr que Irán sienta la presión".

Ambos bloques, además, se acusan de compra de votos --nada nuevo-- y de pagar vuelos a los libaneses de la diáspora para participar en los comicios. Solo entre el martes y miércoles, unos 19.000 emigrantes retornaron al país, según la agencia nacional de información (ANI).

VIVIR EN PAZ Al libanés de a pie le gustaría pasar página al tormento de los últimos cuatro años, marcados por los asesinatos políticos, la guerra con Israel, la parálisis institucional y un clima permanente de confrontación interna. Pero no va a ser fácil. Las diferencias son abismales y, a juicio de los analistas, para contenerlas no hay muchas más opciones que reeditar el Gobierno de unidad nacional al que se llegó en mayo del 2008, después de que ambos bloques estuvieran a punto de enfrascarse en una nueva guerra civil.

Más tormentoso sería un triunfo por mayoría de Hizbulá y sus aliados. EEUU ya dijo que revaluará la ayuda económica que concede al Líbano, e Israel aseguró que se trataría de "un gobierno terrorista".