Los tres empleados de la ONU secuestrados el 28 de octubre en Kabul fueron liberados ayer en la capital afgana sanos y salvos. La liberación tuvo lugar sin que mediara una operación policial y sin que el Gobierno afgano liberara a presos talibanes, como exigían los captores, según la versión del Gobierno.

La británica Annetta Flanigan, la albanokosovar Shqipe Habibi y el filipino Angelito Nayan "se encuentran bien de salud", informó un portavoz de la Fuerza Multinacional de Asistencia a la Seguridad, cuyos médicos se encargaron de examinar a los tres liberados. El ministro de Interior afgano, Alí Ahmed Jalali, dijo que los captores eran "criminales" que probablemente fueron contratados por una facción talibán.

"No hemos liberado a ningún preso, ni hemos pagado dinero, ni hemos aceptado las demandas de los secuestradores", afirmó Jalali. Según el dirigente afgano, "los captores dejaron en libertad a los rehenes en un lugar de Kabul", con lo que también desmintió una supuesta operación en la que se habría producido un tiroteo.

Esta versión contrasta con las declaraciones de Akbar Agha, supuesto líder del grupo de secuestradores, que afirmó que dos de los rehenes fueron liberados a cambio del compromiso del Gobierno afgano de dejar libres a 24 detenidos.