El periodista británico Alan Johnston, tras casi cuatro meses de "espantosa" cautividad, fue liberado esta madrugada por sus secuestradores, a los que definió como "gente peligrosa e impredecible".

Johnston, de 45 años de edad, fue entregado por sus captores, el Ejército del Islam, a dirigentes de Hamás, movimiento que controla la franja de Gaza desde el pasado día 14 de junio, tras dos semanas de presiones y amenazas para lograr su liberación.

Finalmente, con el rostro pálido y apariencia cansada, pero sonriente y relajado, Johnston recobró la libertad de forma pacífica esta madrugada en la ciudad de Gaza.

"Mi secuestro fue espantoso" y "en ocasiones terrorífico", como "estar enterrado vivo, arrancado del mundo. Muchas veces literalmente soñé con ser libre", confesó en una conferencia de prensa conjunta con el depuesto primer ministro palestino, Ismail Haniye, en la ciudad de Gaza.

Haniye le recibió con abrazos y le dio la bienvenida a su casa en el campo de refugiados de Shati, al este de la ciudad de Gaza, donde le habían llevado dirigentes de Hamás, movimiento al que atribuyó su liberación.

El corresponsal de la cadena británica BBC no se mostró, por el contrario, nada complaciente con sus captores: "Amenazaron mi vida en varias ocasiones" y "generalmente fueron rudos y desagradables conmigo", indicó.

Sus secuestradores, dijo, "parecían muy cómodos y seguros" hasta que hace dos semanas Hamás empezó a presionarles, momento en que se "pusieron mucho más nerviosos".

De no haber sido por los "esfuerzos" del movimiento islamista "habría pasado mucho más tiempo en esa habitación", indicó con una gratitud también reflejada en los gestos y apretones de manos con dirigentes de Hamás minutos antes del comienzo de la rueda de prensa.

Johnston, de origen escocés, definió su cautiverio, iniciado el pasado 12 de marzo, como "las peores dieciséis semanas" de su vida, en las que mantuvo una "inmensa batalla" para "conservar la cabeza fría" ante el "enorme estrés y presión" a que fue sometido.

Aunque no recibió maltrato físico, sus captores le mantenían aislado en un pequeño cuarto, le daban "comida muy básica" y le permitían escuchar la BBC y "ocasionalmente" ver la televisión.

"Según pasaba el tiempo, más sentía que no me matarían", añadió antes de explicar que fue trasladado en dos ocasiones, permaneció dos meses sin luz natural y estuvo encadenado de manos y tobillos durante 24 horas.

Tras reconocer que aún le "cuesta creer" que sea de nuevo libre, el periodista de origen escocés agradeció el "extraordinario apoyo" que recibió durante su secuestro, "en especial" de sus colegas palestinos.

Haniye, por su parte, subrayó durante la rueda de prensa la convicción de Hamás de que Johnston debía ser liberado y que su secuestro no ayudaba a la causa palestina.

No despejó, sin embargo, uno de los principales interrogantes: si hubo contrapartidas a la liberación de Johnston, quien fue obsequiado al final de la comparecencia ante los medios con una bandera palestina, que el líder islamista colocó alrededor de su cuello, una chapa y una placa con la Mezquita de Al Aksa en Jerusalén, tercer lugar sagrado del Islam tras La Meca y Medina.

La liberación de Johnston, quien se ha desplazado a Jerusalén para volar hoy mismo hacia su país, tuvo lugar pocas horas después de que diez miembros de Hamás secuestrados por el Ejército del Islam fueran canjeados por cuatro miembros de este movimiento con la mediación de los Comités Populares de la Resistencia.

En las últimas dos semanas, Hamás había apostado fuerte por liberar a Johnston para probar a la comunidad internacional que es capaz de imponer el orden en la franja y de cumplir sus compromisos.

El Ejército del Islam respondió difundiendo un vídeo con el periodista portando un cinturón lleno de explosivos y amenazando, un día después, con "degollarlo como a un carnero" si sus demandas no eran satisfechas.

Johnston se incorporó al servicio de noticias de la BBC en 1991 y ha pasado la mitad de los dieciséis años transcurridos desde entonces de corresponsal en países como Uzbekistán y Afganistán.

Durante los tres últimos años, el reportero vivía y trabajaba en Gaza, un puesto que planeaba abandonar a finales de marzo.

En el momento de su secuestro era el único periodista occidental con dedicación completa en la franja palestina.

Miles de personas de todo el mundo habían firmado una petición en la que solicitaban su puesta en libertad y centenares habían enviado mensajes de apoyo al portal en internet de la BBC.

Igualmente, los periodistas palestinos habían organizado una serie de manifestaciones de solidaridad con su colega británico.

Un total de once periodistas han sido secuestrados en Gaza en los tres últimos años, aunque todos ellos fueron puestos en libertad poco tiempo después.