De nuevo escenas de luto y golpes en el pecho, de nuevo la ciudad santa shií salpicada por la sangre. Un coche bomba colocado junto al muro sur del mausoleo del imán Alí en Nayaf hizo explosión ayer a la salida de la plegaria semanal del viernes y acabó con la vida del ayatolá Mohamed Baqer al Hakim, líder de la Asamblea Suprema para la Revolución Islámica en Irak (ASRII), añadiendo si cabe más incertidumbre al futuro político de Irak. Al menos entre 75 y 82 personas perecieron también y otras 229 resultaron heridas en el atentado más sangriento de la posguerra que, a primera vista, parecía diseñado para causar una masacre y que puede provocar una reacción colérica entre la comunidad shií de Irak.

La multitudinaria plegaria del viernes en la ciudad de Nayaf había llegado a su fin. Mohamed Baqer al Hakim salía de la mezquita cuando un vehículo repleto de explosivos saltó por los aires. El ASRII, la formación política que dirigía y que participa en el Gobierno interino auspiciado por los ocupantes, ya había recibido un aviso hace unos días, cuando otro atentado con explosivos intentó acabar con la vida de Mohamed Sayed al Hakim, tío del ayatolá que murió ayer.

TRES DIAS DE HUELGA

Mientras los clérigos hacían llamamientos en Nayaf a los civiles para que acudieran al hospital universitario a identificar a las víctimas, la comunidad shií se frotaba los ojos ante lo sucedido, sin lograr reaccionar ante la muerte del líder del ASRII. Sólo Moqtada al Sadr, clérigo shií radical y su rival político, salió a la palestra para convocar una huelga general de tres días en protesta por el atentado. Mohamed Baqer al Hakim, considerado un moderado, criticó la ocupación de Irak por parte de las fuerzas de EEUU, pero optó por colaborar.