No es fácil hablar con una única voz cuando en una coalición de Gobierno conviven hasta seis partidos políticos. Pero las continuas discrepancias exhibidas últimamente por los principales espadas del Ejecutivo israelí son más propias de un libreto de opereta. Mientras el primer ministro, Binyamin Netanyahu, intenta convencer al mundo de que busca honestamente la paz, su canciller, Avigdor Lieberman, insiste en que no es una perspectiva realista.

El martes, ante la Asamblea General de la ONU, Lieberman propuso su particular receta para resolver el conflicto: dos estados étnicamente puros. Y repitió que un acuerdo con la Autoridad Nacional Palestina "puede tardar generaciones" en gestarse y lo más inteligente sería una solución transitoria. Pero lo que pocos esperaban es que aireara su vieja propuesta de transferir las regiones de población árabe de Israel al Estado palestino a cambio de asentamientos judíos en Cisjordania.

Netanyahu dijo que sigue comprometido con el diálogo y que él marca la política de Israel. Lieberman es un canciller paria. Ni participa en el proceso de paz ni conduce la diplomacia con EEUU.