Los ataques a Israel cometidos por los grupos armados palestinos de la Franja de Gaza, controlada por los islamistas de Hamás, han colocado al primer ministro israelí contra las cuerdas. La oposición, liderada por Binyamin Netanyahu, así como miembros del mismo Gobierno, como la ministra de Exteriores, Tzipi Livni, candidata de Kadima, denunciaron la pasividad del jefe del Ejecutivo en funciones, Ehud Olmert, ante el lanzamiento de cohetes palestinos. En clave de campaña electoral, ambos prometieron que, si llegan al poder, derribarán el Gobierno de Hamás.

Netanyahu, que parte como favorito en las legislativas de febrero, exigió a Olmert una "política ofensiva" que "derribe al régimen de Hamás". El líder del partido derechista Likud aseguró que apoyará las medidas que adopte en este sentido el actual Gobierno, y dijo que, en caso de que llegue a gobernar, deberá derribar el Gobierno de Hamás a largo plazo. Livni, por su lado, principal rival de Netanyahu en los comicios del año que viene, dijo que "Israel debe de acabar con el poder de Hamás, por medios militares, económicos y diplomáticos". "Y un Gobierno bajo mi dirección lo hará", sentenció.

En términos similares se expresó el ministro de Transportes, Shaul Mofaz, lo que da cuenta de la división que existe en el seno del Gabinete de Tel-Aviv. Olmert optó ayer por ser cauto y no tomar decisiones precipitadas. "Un Gobierno responsable no ansía ir a la guerra, pero tampoco la rehúye", afirmó. Cuenta con el apoyo del titular de Defensa, Ehud Barak, quien afirmó que ni siquiera una invasión de 20.000 hombres podría acabar con los proyectiles de los palestinos.

En los últimos tres días han caído cerca de 60 proyectiles en territorio israelí, el último ayer en la ciudad sureña de Sderot, que causó un herido leve. La Yihad Islámica reivindicó el ataque.