El paso de la antorcha olímpica por Lhasa, la capital tibetana, siguió el guión previsto. No hubo protestas ni altercados, y los relevistas corrieron arropados por miles de ciudadanos que gritaban "vamos China" y sostenían banderas rojas y carteles con la hoz y el martillo. Cientos de policías y agentes paramilitares mantuvieron el orden durante todo el día de ayer. La antorcha viaja hoy hacia la vecina provincia de Qinghai, de fuerte presencia tibetana. Allí también se extendieron las revueltas de hace tres meses, que colocaron a China contra las cuerdas.

La antorcha llegó al Tíbet desde Xinjiang, la provincia del norte, donde la minoría musulmana de los uigures sufre un cuadro médico similar al de los tibetanos: repoblación masiva de han (la etnia mayoritaria china) y pérdida de su cultura. Pero el líder uigur en el exilio no viste túnica sino tejanos, y su movimiento es invisible. El relevo por Lhasa apenas duró dos horas, en lugar de los tres días inicialmente previstos.

China justificó la decisión por el duelo del reciente terremoto de Sichuan, mientras algunos analistas extranjeros sostienen que Pekín buscaba reducir el peligro de protestas en una zona potencialmente peligrosa.

Los 156 relevistas se sucedieron cada medio minuto hasta cubrir los casi 10 kilómetros de recorrido entre la plaza Luobulinka y el Palacio Potala, antigua residencia del dalái lama. Zhang Qingli, jefe del Partido Comunista de China y representante del ala dura, recuperó el discurso más beligerante. "El cielo del Tíbet nunca cambiará y la bandera roja con cinco estrellas siempre ondeará en lo alto. Aplastaremos los intentos separatistas del dalái lama y sus acólitos", aseguró.

ESPERANZADOR DIALOGO En realidad, las urgencias del terremoto de Sichuan pusieron fin al esperanzador diálogo entre Pekín y el dalái lama, y aún no se sabe cuándo se restablecerá. China liberó el viernes a 1.157 manifestantes de la revuelta de marzo, acusados de delitos menores, y anunció la condena de otros 12. Por ahora, 42 personas han recibido sentencias por actos graves como incendios y robos, mientras otros 116 esperan a ser juzgados.

Por otra parte, la policía india ha detenido en los últimos días a una treintena de exiliados tibetanos cuando intentaban cruzar la frontera para manifestarse en el recorrido de la antorcha.