Ante la desastrosa marcha de la ocupación de Irak, donde se libra la "batalla central" de la guerra contra el terrorismo, el presidente George Bush conmemora hoy, sin grandes aspavientos y bajo una lluvia de críticas de los demócratas, el segundo aniversario de los atentados que se cobraron más de 3.000 vidas en Nueva York, Washington y Pensilvania.

A diferencia del año pasado, cuando el presidente de EEUU dió grandes vuelos a las dolientes ceremonias en recuerdo de las víctimas, en esta ocasión Bush ha reducido su presencia en las conmemoraciones para evitar que el penoso aniversario se convierta también en un recordatorio del cenagal iraquí en que está metido el país.

TALON DE AQUILES

Irak se erige en el talón de Aquiles para la reelección de Bush por el reguero continuo de muertos, los ingentes costos y la ausencia de una estrategia clara de salida para las tropas estadounidenses. Un punto débil que la atenta oposición demócrata se ha apresurado a aprovechar.

"El Congreso no es un cajero automático", clamó el pasado miércoles el senador demócrata Robert Byrd, ante los 87.000 millones de dólares solicitados el domingo por el presidente estadounidense para sostener durante otro año la ocupación iraquí. Y ello pese a que Washington proyecta un déficit presupuestario para el año próximo que roza los 500.000 millones de dólares.

"No deseo conceder un dinero que no tenemos a un país lejano, a costa de las necesidades que tenemos en el nuestro", alegó su colega de Luisiana, John Breaux. La cifra pedida por Bush supera lo que Washington gasta anualmente en educación, capacitación profesional, fomento del empleo y servicios sociales.

Los demócratas, que no se opusieron a la guerra contra Irak para no ser acusados de antipatriotas, han encontrado la forma de eludir ese grave riesgo político arremetiendo contra Bush por el enorme gasto económico de la aventura iraquí.

La sangría económica se revela como una prueba clara del fracaso del presidente tanto en la planificación de la posguerra como en la obtención de ayuda internacional para paliar los destrozos.

LA AGENDA DEL PRESIDENTE

Bush conmemorará el 11-S en Washington, asistiendo a un servicio religioso tras el cual retornará a la Casa Blanca. Por la noche, se acercará a un hospital militar de veteranos, situado en la misma capital estadounidense.