Al Gobierno británico de Tony Blair no le hacía ninguna gracia que el científico y experto en armamento David Kelly explicara públicamente sus dudas en relación al informe hecho público el pasado septiembre, con el que pretendía justificar la guerra con Irak. Y presionó para que no lo hiciera.

Según un documento presentado ayer en la investigación sobre las circunstancias que rodearon a la muerte de Kelly, altos responsables del Gobierno británico intentaron evitar que el científico aireara sus dudas sobre el polémico dosier ante la comisión de Exteriores del Parlamento.