Abandonados. Así tuvieron las autoridades londinenses a los familiares y amigos de las víctimas de la matanza de Al Qaeda durante más de dos días después de la tragedia. Ni teléfonos gratuitos a los que llamar pidiendo información, ni listas de heridos y fallecidos identificados, ni centro de atención a los afectados, ni mucho menos asistencia psicológica para superar el trauma.

A los que no lograban hallar a sus seres queridos, se les dijo que se fueran a sus casas y esperasen allí novedades. Lógicamente, no lo hicieron, sino que recorrieron desesperados la inmensa urbe de hospital en hospital, portando carteles que colgaban por los muros, e inundaron internet de dramáticos llamamientos en busca de los suyos. Las autoridades aún no habían facilitado las identidades de ninguno de los cadáveres y unas 30 personas estaban desaparecidas.

Finalmente, ayer se empezó a hacer lo que se puso en marcha desde el minuto cero tanto en Nueva York y Washington (el 11-S del 2001) como en Madrid (el 11-M del 2004). Londres abrió un centro de asistencia a los allegados 55 horas después de la cadena de atentados, cuando el sufrimiento de todos ellos podía resumirse en esta frase de Gous Alí: "Sólo pido que un médico, una enfermera, un policía, dedique dos minutos a mirar la foto de mi novia".

Similitudes con el 11-M

La policía estaba ocupada en otras cosas y por fin levantó también parte del velo que ha ocultado hasta ahora el relato de los hechos. Para sorpresa de todos, resultó que las tres explosiones en sendos vagones del metro ocurrieron casi simultáneamente --con sólo 50 segundos de diferencia, en vez de los 26 minutos de la versión oficial inicial--, de forma que todo indica que las bombas fueron detonadas mediante temporizadores, y no por terroristas suicidas.

La terrible similitud con los atentados del 11-M se agudizó al atribuirse el horrendo asesinato en masa el mismo grupo que cometió el de Atocha; las Brigadas de Abú Hafs al Masri, que en su mensaje de internet amenazaron: "Los próximos días mostrarán una intensificación de la yihad guerra santa contra aquellos que declararon la guerra contra el islam".

Aunque Scotland Yard se negaba a confirmarlo, ya se estaba buscando por Londres al primer sospechoso: Mohamed al Garbuzi, líder y fundador del Grupo Islámico de Combatientes Marroquís (GICM), al que se atribuye también la cadena de atentados de Casablanca.

Bajo tierra, a más de 20 metros de profundidad, los equipos de rescate estaban empeñados en otra búsqueda aún más dramática y peligrosa: la recuperación de los cadáveres que permanecen atrapados entre los hierros retorcidos del vagón que voló en pedazos en el estrechísimo túnel de la línea Piccadilly. Bajo la amenaza del derrumbe de la debilitada galería, sometidos a un tremendo calor y rodeados de gases tóxicos y sustancias peligrosas, los socorristas trataban de alcanzar el dantesco escenario del crimen.

Poco se sabía de la situación en la zona cero , salvo la escueta descripción de uno de los operarios de mantenimiento que logró llegar hasta el vagón y se limitó a relatar: "Hemos visto escenas espantosas ... el olor era insoportable".

Una de las posibles alternativas que estaban estudiando los técnicos era desenganchar los cuatro o cinco últimos coches, situados en la cola del convoy, y arrastrarlos hasta la estación de King´s Cross, para facilitar el acceso de los expertos hasta el vagón de cabeza, donde estalló la bomba devastadora.

En cualquier caso, la policía subrayó que se tomará todo el tiempo que sea necesario y no tratará de acelerar las operaciones a causa de las presiones de los familiares o de los medios de comunicación, ya que tienen la certeza de que sólo hay cadáveres en el interior del tren.

Birmingham, evacuado

Entretanto, se teme que la célula terrorista vuelva a atacar, igual que pretendían hacer los miembros del comando del 11-M que se inmolaron en Leganés cuando fueron descubiertos. A última hora de la noche, la policía británica llevó a cabo una serie de explosiones controladas en el centro de Birmingham tras recibir una "amenaza creíble" contra la seguridad pública.

Según confirmó una portavoz, la policía acordó la evacuación de amplias zonas del centro de esa ciudad. "Nuestra principal prioridad es la seguridad del público", agregó el portavoz.

En EEUU, funcionarios de la Administración de George Bush aseguraron a la ABC que el número tres de Al Qaeda --Abú Faraj al Libi, capturado en Pakistán en mayo-- confesó en los interrogatorios que el metro de Londres iba a ser el blanco de un ataque. Según dichas fuentes, Washington informó al Gobierno de Tony Blair, quien ayer admitió que "todas las medidas de seguridad del mundo" no bastan y que la única forma de acabar con el terrorismo es "arrancar sus profundas raíces".

En el diario Financial Times, el presidente Zapatero propuso que la ONU lidere la batalla contra el terrorismo internacional y promuevan un consenso global que permita combatirlo con la máxima eficacia.

En cambio, Bush insistió: "Seguiremos luchando contra los terroristas en el extranjero para no tener que enfrentarnos a ellos en nuestro territorio". Una estrategia que no le ha servido de nada a su aliado Blair.