La Unión Europea (UE), aún bajo el mazazo del doble rechazo francés y holandés a su primera Constitución, comenzó a buscar ayer, en medio de la mayor confusión, una salida a la crisis que permita salvar el proyecto político de integración europea. Pero, simultáneamente, Londres decidió congelar su proceso de ratificación del Tratado, según filtraron fuentes de alto nivel del Foreign Office británico.

Mientras la Comisión Europea insistía en pedir a los estados miembros que se abstengan de cualquier iniciativa unilateral antes de la cumbre del 16 y 17 de junio, cada líder europeo comenzó a tomar posiciones ante el crucial debate sobre el futuro de Europa, y el eje franco- alemán se preparó para contrarrestar los planes del Gobierno británico de enterrar precipitadamente la Euroconstitución.

La Comisión Europea, presidida por el portugués José Manuel Durao Barroso y carente del necesario liderazgo político, ha renunciado a promover cualquier iniciativa para salir de la crisis. El Ejecutivo comunitario, en su reunión semanal, acordó concentrarse en la gestión de los asuntos corrientes, dejando en manos de la presidencia de la UE y de los líderes de los demás estados la solución de la crisis.

RESPUESTA COLECTIVA "El Tratado Constitucional ha sido firmado por los 25 jefes de Estado y Gobierno; si hay un problema hay que analizarlo colectivamente y para eso está el próximo Consejo Europeo" del 16 y 17 de junio, declaró Barroso tras reunirse con los líderes de los grupos políticos de la Eurocámara.

Barroso optó por responsabilizar de la actual situación a los propios gobiernos de los Veinticinco por culpar injustificadamente a la UE de todos los problemas y las decisiones impopulares. "No se puede decir siempre que Bruselas es el problema y luego pedir a los ciudadanos que voten a favor", argumentó Barroso. "La Constitución ha sido el chivo expiatorio de todos los problemas".

La vicepresidenta de la Comisión Europea responsable de Relaciones Institucionales, Margot Wallström, abogó en la comisión constitucional de la Eurocámara por impulsar un "plan D de Democracia" para salir de la crisis, en lugar de un plan B alternativo a la Constitución, pero sin aportar la más mínima indicación de cuál debería ser su contenido.

La Eurocámara acordó celebrar un debate extraordinario sobre la crisis el próximo miércoles en Estrasburgo, durante la sesión plenaria de la institución. Sin embargo, las posiciones de los principales grupos son dispares. Mientras el grupo popular y el socialista defienden mayoritariamente continuar el proceso de ratificación, el líder de los liberales, Graham Watson, propuso aplazar un año el proceso para reflexionar y convocar un referendo paneuropeo el mismo día en otoño del 2007.

El presidente semestral de la UE, el primer ministro luxemburgués Jean-Claude Juncker, intensificó sus contactos bilaterales con los demás líderes europeos para la crucial cumbre de junio. Pero los grandes países parecen decididos a asumir el protagonismo de orientar el debate sobre el futuro de Europa.

Las maniobras del primer ministro británico, Tony Blair, de lograr una masa crítica de países que renuncie a proseguir el proceso de ratificación de la Constitución parecían haber fracasado anoche, según fuentes diplomáticas, porque Polonia y la República Checa se negaron a participar en ese juego.

Para plantar cara a los planes británicos de aprovechar la crisis para paralizar la integración europea, el canciller alemán, Gerhard Schröder, y el presidente francés, Jacques Chirac, acordaron reunirse mañana en Berlín. Chirac, pese al triunfo del no en el referendo, ha reafirmado su voluntad de "mantener el compromiso histórico y profundo de Francia con el proyecto de construcción europea".

SUSPICACIAS DE LOS PEQUEÑOS Estas maniobras despertaron las suspicacias de los pequeños países, como Bélgica, que advirtió del peligro de que Londres detuviera la integración europea o de que se creara un directorio de los grandes.

El Reino Unido, el país de los euroescépticos, es ahora el encargado de gestionar la mayor crisis en la historia de la Unión Europea. Los británicos se harán cargo de la presidencia semestral de la UE el 1 de julio y Blair está dispuesto a librar la gran batalla para terminar con el poder del eje franco-alemán y archivar para siempre la Constitución.

Blair ha pedido un periodo de reflexión, pero fuentes del Ministerio de Exteriores daban ayer por decidida la congelación indefinida del referendo británico. El ministro de Exteriores, Jack Straw, anunciará el lunes en los Comunes la suspensión de la reforma legal, que es el paso previo para celebrar la consulta prevista para el próximo año y en la que el no parte como favorito.

Straw insistirá en las dificultades de relanzar el Tratado, pero el Reino Unido no quiere ser el primer país que lo dé por muerto. El secretario de Estado para Europa, Douglas Alexander, dejó ayer claro que Londres buscará el consenso en el Consejo Europeo. "Las dos votaciones favorables al no dejan el Tratado constitucional en graves dificultades, pero no es cuestión de que un país lo declare muerto", dijo.