Las nuevas escuelas del Reino Unido, a cargo de organizaciones religiosas, podrían tener que ofrecer al menos un 25% de sus plazas a los niños de familias educadas en otras creencias. El Gobierno británico estudia la imposición de la cuota con el objetivo de reducir las tensiones entre distintas comunidades. El primer ministro británico, Tony Blair, ha sido hasta hace poco un firme defensor de este tipo de escuelas, muy criticadas por aquellos que consideran que promueven la segregación.

El giro gubernamental tiene el apoyo del líder de la oposición, el conservador David Cameron, quien pidió la pasada semana que una cuarta parte de los alumnos que asisten a escuelas musulmanas pertenezcan a un credo diferente. El modelo multicultural británico, en el que ha primado el respeto a la diversidad sobre la asimilación, que propugnan otros países como Francia, ha dado como resultado un sistema de guetos voluntarios y existencias paralelas.

Ayer, un miembro del Gobierno, el secretario de Estado para la Cohesión de las Comunidades, reclamó el despido de su puesto de trabajo de Aishah Azmi, la profesora ayudante suspendida de empleo por negarse a prescindir del velo, que solo deja ver sus ojos, durante sus clases, según informó The Sunday Mirror.