Occidente cuestionó ayer la legitimidad de las elecciones presidenciales del domingo que dieron el cuarto triunfo consecutivo al autoritario líder de Bielorrusia Alexander Lukashenko y exigió poner fin a la ola de violencia policial contra los otros candidatos y sus partidarios que habían salido a la calle para protestar por el presunto fraude electoral. Lukashenko desafió a las críticas y tildó de "vándalos" a los opositores.

Siete de los nueve candidatos que competían con Lukashenko fueron detenidos en la noche del domingo al lunes. Uno de ellos, Vladimir Nekliaiev, herido en los enfrentamientos callejeros con las fuerzas antidisturbios, fue sacado del hospital por agentes vestidos de paisano. La organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) denunció que una veintena de periodistas habían sido detenidos y que otros tantos fueron golpeados por la policía, que en total detuvo a unos 650 activistas, según los datos oficiales.

"Una evaluación positiva de estas elecciones es imposible. No han permitido a Bielorrusia el nuevo comienzo que necesitaba", dijo el jefe de la misión de la Oficina para Instituciones Democráticas y Derechos Humanos (ODIHR), Geert-Hinrich Ahrens, en una rueda de prensa en Minsk. Según el comunicado de esa misión, "faltó transparencia en el recuento de votos" en la mitad de los distritos electorales.

CRITICAS A LOS OBSERVADORES La organización denunció también la detención de la mayoría de candidatos presidenciales, de cientos de militantes, de periodistas y de representantes de la sociedad civil. Lo mismo hicieron varios líderes europeos y EEUU, que criticaron a Lukashenko por las represalias contra sus rivales presidenciales y sus partidarios en las horas que siguieron a la votación. En su réplica, el presidente electo criticó a los observadores occidentales por poner en duda la legitimidad de los comicios: "En algunas misiones extranjeras se olvidan a veces de que han venido para observar las elecciones, y no para valorar y opinar. Que observen y callen".

La Junta Electoral Central (JEC) de Bielorrusia anunció ayer que Lukashenko obtuvo un 80% de los votos, según los datos preliminares. El candidato que le siguió recibió solo el 2,56% de los votos. La JEC proclamó a Lukashenko ganador de los comicios y anunció la ceremonia de investidura para antes del 19 de febrero. Sin embargo, la oposición sostiene que, según sondeos independientes a pie de urna, a Lukashenko le apoyó solo un 38% de los electores.

"UN ASUNTO INTERNO" Mientras EEUU y la UE denunciaron la represión, el presidente ruso, Dmitri Medvédev, opinó que las elecciones son "un asunto interno" de Bielorrusia. "Esperamos que, como resultado de las elecciones, Bielorrusia prosiga su desarrollo por el camino de un Estado moderno que se apoya en la democracia", dijo Medvédev, quien subrayó que "para Rusia es importante que los resultados de los comicios reflejen la voluntad del pueblo bielorruso".

Lukashenko defendió su dura respuesta a las protestas: "En ningún país civilizado nadie contemporizaría con esa clase de vándalos". "Con camiones lanzando agua, balas de goma, gas lacrimógeno y detenciones masivas, todos se dispersan en un minuto", sentenció el dirigente. Y advirtió de que los opositores detenidos serán enviados a prisión "según dicta la ley".

La justicia bielorrusa, que comenzó a juzgar a los detenidos, informó de que ha incoado expedientes penales por organizar disturbios masivos, cargos que podrían acarrear hasta 15 años de prisión. El jefe de la misión de observadores de la Asamblea Parlamentaria de la OSCE, Tony Lloyd, llamó a las autoridades a "liberar a los detenidos".